Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

31 marzo, 2017

371. I belive in you. Robert Allen Zimmerman, estadounidense.

"Creo en tí".

Me preguntan cómo me siento

y si mi amor es verdadero,

y cómo sé que triunfaré, y ellos,

ellos me miran y fruncen el ceño.

Les gustaría expulsarme de la ciudad.

No me quieren cerca porque creo en ti.

Ellos me acompañan hasta la puerta,

me dicen “no vuelvas más”

por no ser como ellos quieren que sea

y camino por mis propios medios

a mil millas de mi hogar;

pero no me siento solo porque creo en ti.

Creo en ti incluso cuando río y cuando lloro,

creo en ti incluso si estamos separados,

creo en ti incluso en la próxima mañana,

oh! cuando el amanecer llega

oh! cuando la noche va desapareciendo

oh! ese sentimiento continúa aquí en mi corazón.

No dejes que me aleje demasiado

guárdame donde tú estás

donde siempre seré renovado

lo que Tú me has dado hoy

vale más de lo que puede pagar

¡Y no importa lo que digan! Creo en ti.

Creo en ti cuando el invierno se vuelve verano.

Creo en ti cuando lo blanco se vuelve negro.

creo en ti aunque ellos sean más que yo.

oh! aunque la tierra me zarandee

oh! aunque mis amigos me abandonen

oh! ni tan siquiera eso hará que retroceda

¡No! dejes que cambie mi corazón

mantenme separado de los planes que ellos persiguen

y a mí, a mí no me importa el dolor,

no me importa la violenta lluvia

¡Sé que puedo aguantar!

Porque creo en ti.

https://www.youtube.com/watch?v=g_N-_Fc-cGY
Bob Dylan (DuluthMinnesotaEstados Unidos, 24 de mayo de 1941),1 registrado al nacer como Robert Allen Zimmerman (en hebreo: שבתאי זיסל בן אברהם, Shabtai Zisl ben Avraham), es un músicocantante y poeta estadounidense, ampliamente considerado como una de las figuras más prolíficas e influyentes de su generación.

Adoptó el nombre de Bob Dylan en honor al poeta inglés Dylan Thomas. (1914 - 1953).

Premio Nobel de Literatura 2016.


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370. La avaricia.

Hace un tiempo vi una calcomanía que decía:  

“Bastante nunca es suficiente”. 

Eso es exactamente lo que es la avaricia.

La avaricia no es simplemente la apreciación del dinero. No es la apreciación de las cosas o la acumulación de las cosas. No es la extravagancia porque la extravagancia es relativa. Si tienes más de un par de zapatos y dos abrigos ya eres extravagante para la mayoría del mundo.

La avaricia es el deseo loco, descontrolado; es el consumo fuera de control. La avaricia es ser devorado por algún deseo.

Como puedes ver, la avaricia le da permiso a las posesiones para que te poseen. Y al hacerlo, la avaricia llega a ser el cáncer del contentamiento. Despacio consume a sus víctimas remplazando el contentamiento con el deseo insaciable de obtener dinero y posesiones materiales. En resumidas, la avaricia es el amor al dinero.

Hace algunos años, una de las encuestas más grandes jamás conducidas de toda la historia le preguntó a las personas 

¿Qué estarías dispuesto a hacer por 10 millones de dólares?

El 3% dijo que estaría dispuesto a poner a sus hijos en adopción (conociendo algunos niños no me sorprendí).

El 16% dijo que abandonaría a su cónyuge.

El 25% dijo que por 10 millones de dólares abandonaría a su familia para siempre.

El 23% dijo que por 10 millones de dólares fueran prostitutas por una semana.

En otra encuesta, el monto era de 1 millón de dólares.

El 65% dijo que vivirían en una isla desértica a solas por un año.

El 30% dijo que pasarían 6 meses en la cárcel por un crimen que no cometieron.

Por $3,000 dólares – El 24% (1 de 4 personas) dijeron que revelarían el secreto más profundo, y oscuro de su mejor amigo aun cuando juraron por cielo y tierra que no le dirían a nadie.

Por $500 dólares – El 66% dijeron que besaría en los labios a un completo extraño.

Por $50 dólares – 3 de 4 personas dijeron que besarían a una rana. (Yo sí besaría una rana por $50 dólares, ¿Tú no?)

La avaricia es muy común y los parámetros de qué haremos y por cuánto están arraigados en nuestro amor al dinero. Como puedes ver, del amor al dinero surgen los fraudes, las mentiras, los robos, las traiciones, y los engaños.

El historiador y ensayista griego, Plutarco, dijo:  

“La bebida apaga la sed, la comida satisface el hambre; pero el oro no apaga jamás la avaricia”.

Jorge Cota
CVC La Voz


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30 marzo, 2017

369. Los Amantes. Otto René Castillo, guatemalteco.

Translator

Se habían
encontrado hace poco.
Y hace pronto
se habían separado,
llevándose
cada uno consigo
su nunca o su jamás
su afirmación de olvido,
su golpeador dolor.

Pero el último beso
que volara de sus bocas,
era un planeta azul.
Girando
en torno a su ausencia.
Y ellos
vivían de su luz
igual que de su recuerdo. 
 


 
Otto René Castillo (Quezaltenango25 de abril de 1936– 23 de marzo de 1967) fue un poeta, activista y combatiente guerrillero guatemalteco.

Obtuvo varios premios: 
 Al Torneo Estudiantil Centroamericano de poesía en 1955, con su poema "Llama viva", (un canto a San Salvador que le acogía en su destierro) se le unió al año siguiente el mismo premio con un trabajo conjunto con Roque Dalton, por el poema "Dos puños por la tierra". 

En Guatemala fue galardonado con el Premio Autonomía de la Universidad en 1956 por su poema
"Pequeño canto a la patria".


En 1957, la Federación Mundial de Juventudes Democráticas le otorga en Hungría el Premio Internacional de Poesía por su poema "Distante de tu rostro". 

En 1958 ganó premio "Filadelfo Salazar", de la Universidad de San Carlos de Guatemala. 


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368. Finjamos que soy feliz. Sor Juana Inés de la Cruz, mexicana.

Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,

que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso,
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.

Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté
hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿Por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?

O ¿Por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,
¿Por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?

El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿Qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.

Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros
vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;

y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.

Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.

En amenidad inútil,
¿Qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿De qué sirve saber tanto?

¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!


Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.


 

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla12 de noviembre de 1648 [2] - México17 de abril de 1695) fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosaNiña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa.


24 marzo, 2017

367. 23 de abril Día mundial del libro.

El Origen del día del libro se remonta a 1926. 

El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. 

También en un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. 

Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.

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366. Capítulo 1, La eterna tragedia. Humberto Porta Mencos, guatemalteco.

Quiero contarte, lector,

la vida de un peregrino

que luchó contra el Desino

con denodado valor,

que supo del dolor

en el correr de los años;

de perfidias y de engaños

y mentidas alabanzas;

vió morir sus esperanzas

y cosechó desengaños…



Este anciano venerable,

de escrutadora mirada,

con la cabeza nevada,

y de trato siempre afable;

nunca tuvo vida estable,

pues, según su larga historia,

fue como ave migratoria

que mudando de estaciones,

erró por muchas naciones

en pos de dicha ilusoria.



Comprendió en su juventud

que el amor puro es eterno;

que al hombre adusto hace tierno

con su mágica virtud;

que al alma en su plenitud

le atrae el cándido amor,

porque es eternal fulgor

que irradian los corazones;

¡Y que nido es de ilusiones

lisonjero y seductor!



Visitó magnates, reyes,

de países muy lejanos…

Vió surgir, caer tiranos

y violar sapientes leyes;

vió hambrientos pueblos y greyes

de distintas religiones,

levantar rojos pendones

en asoladoras guerras,

que ensangrentaban las tierras

por absurdas opiniones.



Cierta vez, este viajero,

llegó a una ciudad hermosa,

como ninguna suntuosa

por su esplendor hechicero;

invitando a pasajero

deleite en sus diversiones,

por sus fastuosos salones

y sus damas fascinantes,

que a sus gallardos amantes

abrían sus corazones.



Los padres, con sus prolijos

cuidados y su constancia,

desterrando la ignorancia,

educaban a sus hijos.

Todo era allí regocijos;

vivía el pueblo contento,

no abatía el sufrimiento

y con libertad inmensa,

escribían en la prensa

y era libre el pensamiento.



Sus parques engalanaban

multitud de gayas flores,

y al exhalar sus olores

el ambiente embalsamaban

florecientes se encontraban

sus extensas alamedas,

que al mecer las brisas ledas

en las tardes polícromas,

esparcían los aromas

de eucaliptus y resedas.



Ciudad de palacios reales

y medioevales conventos,

de iglesias y monumentos

y obeliscos colosales:

obras bellas, inmortales,

por su regia arquitectura,

donde el pasado aún fulgura

con maravilla esplendente

para mostrar al presente

que sobre todo perdura.



Para admirar los parajes

de bellos alrededores,

que los más diestros pintores

imitan en sus paisajes;

por sus cielos con celajes

de oro y de grana teñidos,

y sus lagos extendidos

donde el que es artista siente,

con admiración creciente

que se embargan sus sentidos.



Salió ansioso el peregrino

una tarde arrebolada,

y cruzando una cañada

por un angosto camino,

cuando el fulgor vespertino

en tenues luces moría,

lleno de melancolía

llegó a elevada meseta,

donde se hallaba un poeta

que improvisando decía:



“-Tarde de sombras y brumas

y de eléctricos fulgores,

tarde en que mueren las flores

con el beso de las brumas.

Hay aleteos de plumas

en el bosque rumoroso,

y del río caudaloso

que recorre la extensión,

se adivina la canción

que va cantando gozoso.



El viento peina los pinos

con un aliento de rosas,

y vuelan las mariposas

bajo los cónico pinos:

hay mil armónicos trinos

que hablan de amoroso afán:

y las brisas que se van

por la tupida floresta,

nos recuerdan una orquesta

de la Scala de Milán.



Las campanas de la ermita

se despiden de la tarde,

cuando el sol apenas arde

detrás de la vieja ermita.

La noche se precipita

por los confines del cielo;

y con su aliento de hielo,

entume mirtos y rosas,

las anémonas preciosas

y el embriagante asfódelo.



Los astros del firmamento

que titilan por instantes,

simulan grandes diamantes

del peplo del firmamento.

Va de momento en momento

aumentando el esplendor,

y entre el vesperal fulgor

que cautiva mis sentidos,

los pájaros, de sus nidos

hacen tálamos de amor.




Son fuegos fosforescentes

en que el cosmos se satura

de rádium, en la hora obscura

de luces fosforescentes.

Luminosas y candentes

franjas, se ven en la aérea

e inmensa bóveda etérea,

para dejar demostrado,

que el radiante es otro estado

que presenta la materia.-“



Al oírle recitar

los dulces versos aquellos,

que eran fúlgidos destellos

de su genio singular,

el viajero quiso hablar

al incógnito poeta

de alma sensible, de esteta,

y de expresión elocuente;

más contempló, de repente,

del viajero la silueta.



Y al anciano, con asombro,

le dijo el bardo -¿Quién eres?

Dime: ¿Qué buscas? ¿Qué quieres?

¡Verte aquí me causa asombro!

No te llamo ni te nombro

en los versos que recito.

¿Eres, acaso, un proscrito

ser de sufrimiento eterno,

que se escapó del infierno

y anda errante en lo infinito…?



-Yo,- replicó el buen anciano,

con su calma acostumbrada-

no soy alma acongojada,

ni fantasma del arcano.

Vengo de un país lejano,

y al llegar a estos lugares,

para calmar los pesares

que andan conmigo, en el viaje,

vine a dar a este paraje

donde escuché tus cantares.



Sublime es la poesía;

para mí, un bardo es sagrado.

Admiro, y siempre he admirado

ese don que les dio un día

el Artífice, que guía

por el cielo a los planetas;

don con que hace a los poetas

cantar, como ruiseñores,

sus placeres, sus amores

y sus penas más secretas.



La noche había cubierto

con sus sombras la meseta,

y el anciano y el poeta

bajaron con paso incierto.

Todo se hallaba desierto

en la inmensidad obscura,

y por la extensa llanura

se fueron en charla amena,

mientras el aura serena

salmodiaba en la espesura.

 (Chiquimula, 14 de julio de 1901 – Ciudad de Guatemala, 16 de marzo de 1968) fue un poeta, periodista y escritor guatemalteco.


Cuarto poeta laureado de América.

21 marzo, 2017

365. Amor. Ismael Cerna, guatemalteco.

Translator
¡Oh! repíteme pues aquel acento

que difundió en mi ser la poesía,

alma de mi alma y de mi vida aliento,

si no quieres que agote el sufrimiento

la pobre flor de la esperanza mía.



Dime como en una época dichosa,

que es mío aún tu corazón entero;

que me amas mucho, mi adorada hermosa,

que espero el triunfo y en tu sien radiosa

triunfal corona colocar espero.



Yo necesito tu cariño santo

si he de probar mis fuerzas con la vida,

sentir tus besos, respirar tu encanto,

saber tus besos, respirar tu encanto,

saber que el eco de mi triste canto

en tu alma hermosa encontrará acogida.



Necesito tu amor como el rocío

las plantas secas y las flores yertas;

porque del mundo al egoísta frío

quedó del mundo al egoísta frío

quedó mi pobre corazón sin brío;

quedaron ¡Ay! Mis ilusiones muertas.



Tú bien lo sabes: la insegura planta

por arenal estéril fue en camino;

gloria, riqueza, inspiración que canta

cuanto del hombre la existencia encanta

de todo: ¡Todo me privó el destino!



Y en vano mi alma que al amor naciera

abre a la vida sus amantes alas;

porque al influjo de mi suerte fiera

las aves dejan mi natal ribera,

las flores cierran sus brillantes galas.



Mas, yo conquistaré lo que la suerte

voluble y caprichosa me ha negado;

yo haré que al eco de mi voz despierte

sobre el baldón de mi pasado inerte

un porvenir que borrará el pasado.



Yo romperé los férreos eslabones

con que oprime la desgracia impía,

ya haré una realidad de mis visiones

si tú una flor en mis delirios pones,

si un rayo puro de su amor me guía.



Si a pesar de decepciones tantas,

aún en el bien y la ventura creo,

es porque sueño en tus caricias santas,

es porque tú mi pesadumbre espantas

como a la sombra el resplandor febeo.



Es porque tú eres para mí el fecundo

sol que alumbró mi juventud primera;

porque el amarte con amor profundo,

nada me importa el desamor del mundo

si tú me tienes compasión siquiera.



Porque te quiero tanto, que es mentira

que alientas más el corazón de otro hombre;

y tanto orgullo tu pasión me inspira,

que hasta imagino que mi pobre lira

tal vez pudiera eternizar tu nombre.



Si “por piedad” el pensamiento avaro

late en mi frente con febril anhelo…

Sé tú mi inspiración, mi faro

para elevarme sobre el vulgo ignaro

y en este mundo levantarte un cielo.



Dime, ¿Qué quieres? Surcaré los mares

si allá contemplas tu ambición cumplida;

si en la poesía y el amor soñares,

como tu poeta te daré cantares;

como tu amante te daré la Vida. 






(3 de julio de 1856 - 1901) fue un poeta guatemalteco nacido en la hacienda «El Paxte», en las faldas del volcán Ipala, en el departamento de Chiquimula. Sobrino del mariscal Vicente Cerna y Cerna, fue perseguido, exilado y apresado tras laReforma Liberal de 1871 cuando ayudó a su tío a huir del país; siendo un poeta consumado, escribió poemas contra el general Justo Rufino Barrios. El presidente Manuel Estrada Cabrera ordenó a la Tipografía Nacional de Guatemala imprimir sus obras a finales del siglo xix

364. A Lucila. Segundo canto. Ismael Cerna Sandoval, guatemalteco.


Segundo canto

¡Salve oh! Sublime y perdurable anhelo
de las huérfanas almas que en la vida
van regando con lágrimas el suelo,

en tu inmensa región desconocida
campo hallarán las nobles ambiciones
y los bellos ensueños, acogida.

Nacen para el amor los corazones
y brotan de las larvas de la tierra
mariposas de luz, las ilusiones.

Nace el amor purísimo que encierra
la plegaria tiernísima y el canto
que a tus soñados mundos nos destierra;

nace vestida de celeste encanto
la dorada mujer, flor de los cielos
mitad del corazón que amamos tanto,

nacen con el amor santos consuelos
y prenden con la chispa soberana
de la noble ambición, nobles anhelos;

y el alma ardiente y de la dicha ufana
entona sus mil cánticos de amores
a los rayos del sol de la mañana:

Mas llega la estación de los rigores
y las primeras nieves del invierno
caen del corazón todas las flores;

con el canto triunfal y el ritmo tierno
y se llega al sepulcro, y el alma sube;
y empieza a desplegar su vuelo eterno.

Ignoro el tiempo que a su lado estuve
en aquellos espacios sostenido
por sus alas divinas de querube;

sólo sé que al mirar estremecido
aquel inmenso mar resplandeciente
creí perder la vista y el sentido.

Hondo clamor fantástico y creciente
como el rumor de un trueno prolongado
rugía a nuestras plantas sordamente;

¡Ah! –mi esposos clamó con angustiado
acento de dolor- su pena es mucha,
el mundo hoy más que nunca es desgraciado…!

“Ese –me dijo- que tu oído escucha
hondo clamo, es el clamor que lanza
la humanidad en su perpetua lucha”;

aquí como el oleaje del océano
sube, perpetuamente repetida,
la eterna queja del linaje humano.

Aquí se oye la queja nunca oída,
la callada oración, las no enjugadas
lágrimas ¡Ay de las que el mundo olvida!

De aquí se ven subir como bandadas
de aves que buscan suspirados climas;
los sueños de las almas desgraciadas;

tú que el lenguaje de tu mente limas
sabe que aquí me dijo –han agitado,
sus blancas alas, sus soñados ritmos…!

Sabe que aquí tristísimo ha pasado
en pos de una ilusión que aún desconoces,
tu suspiro doliente y prolongado.

Cuántas veces sintiendo los atroces
suplicios de su alma, aquí tu esposo
miró tu llanto y escuchó tus voces.

Desde aquí vi a la envidia cenagosa
de estrecho corazón del ogro siente
mimar en ti cual siempre venenosa.

Desde aquí oí silbar sobre tu frente
a la calumnia vil que te azotaba
tras ti, lanzando el vulgo de la gente.

Era grande el dolor que te abrumaba
pues te creías solo y no sabías
que yo también con tu dolor lloraba.

¡Oh, compañera de mis bellos días!
El Dios –la interrumpí… ¿Dónde se esconde
el Dios de tus creencias y las mías?

Nuestro Dios, respondió, yo o sé dónde
aquí como en el bajo cautiverio
lo llamamos también y no responde. 

¿Siempre el misterio? Siempre el misterio,
sólo que aquí, me contestó, avanzamos
un paso más en su infinito imperio.

Los que la vida corporal dejamos
si aún no vemos a Dios en esta vida
de su infinito amor ya no dudamos,

mira esos astros que en eterna huida
pasan dejando rastros luminosos
por el inmenso espacio sin medida;

contempla esos mil mundos portentosos
donde una parte del linaje humano
entona ya sus cánticos grandiosos

de aquí verás en día no lejano
alzarse el sol de la injusticia santa
porque en la tierra suspiraste en vano;

de aquí sin miedo de opresora planta
podrán llamarse al fin altiva y fuerte
la voz que en tu conciencia se levanta;

cuando tu alma se anda el polvo inerte
y harías aquí, emprenda el poderoso vuelo
desde el profundo seno de la muerte;

yo estaré aquí, con amoroso anhelo
para mostrarte su inmortal destino
¿No me llamabas ángel de tu cielo?

pues yo vendré a encontrarte en tu camino
y entre los brazos te pondré de aquella
Santa mujer que a consolarme vino.

¡Oh…! Mi madre –clamé- tres veces santo
mientras tú me guías con empeño
bajo la tierra a consolar tu llanto;

quedo velando tu aparente sueño
con aquel mismo afán con que solía
velarte en el hogar cuando pequeño;

¡Oh madre mía! ¡Oh santa mía!
Perdóname –grité un solo instante
pudo olvidarte en mi memoria impía;

y al mismo tiempo que fijé anhelante
por contemplar su imagen amorosa
la vista inquieta en el planeta errante.

Llegó trazando estela luminosa
junto a mi rostro, colosal figura
seguía a un tiempo humilde y majestuosa;

fijó en la tierra la mirada pura
de sus ojos que a un tiempo destellaban
rayos de luz y sombras de amargura.

¿Quién eres? Dijo en tanto que avanzaba
nubes de sombra que en celeste corte
tras la gigante sombra se agrupaban;

¿Lo ignoras tú que de la tierra vienes?
Dijo con esa voz serena y fría
del que sufrió del mundo los desdenes;

y  señalando la mansión sombría
murmuró para sí, yo fui el primero
que sentí que la tierra se movía.

¡Oh… Galileo! ¡Oh! Sombra que venero
prorrumpí con afán; ¡Mártir sublime!
Admiración del Universo entero.

Tú que sufriste en la tierra, dime:
¿Por qué hallan todos dichas y placeres
y sólo el genio entre cadenas gime?

Ya que misterios de la vida quieres
escudriñar, prosigue tu camino
y ve a decir al mundo lo que vieres;

dijo, y en pos de su inmortal destino
volvió a emprender el poderoso vuelo

la frente orlada de fulgor Divino.  



(Lucila Sandoval: su esposa y prima). 



(3 de julio de 1856 - 1901) fue un poeta guatemalteco nacido en la hacienda «El Paxte», en las faldas del volcán Ipala, en el departamento de Chiquimula. Sobrino del mariscal Vicente Cerna y Cerna, fue perseguido, exilado y apresado tras laReforma Liberal de 1871 cuando ayudó a su tío a huir del país; siendo un poeta consumado, escribió poemas contra el general Justo Rufino Barrios. El presidente Manuel Estrada Cabrera ordenó a la Tipografía Nacional de Guatemala imprimir sus obras a finales del siglo xix

363. A Lucila. Primer canto. Ismael Cerna Sandoval, guatemalteco.

Primer canto
A nadie importa mi incurable duelo,
a nadie, ya que triste o abatida,
el alma caiga o se remonte al cielo,

si ya no existe la mujer querida
la tierna esposa que amaba tanto
la sola acaso que me amó en la vida…!

¿A quién importa mi mortal quebranto?
¿Quién querrá oir la voz de mi  querella?
¿Sobre qué seno verteré mi llanto?

Así exclamaba recordando aquella
santa mujer que la existencia mía,
iluminó con resplandor de estrella,
lóbrega noche tempestuosa y fría
de horror llenaba la mansión desierta
que ella llenó con su hermosura un día.

Mienten –grité- de lágrimas cubierta
la faz, besando con fervor el velo
y el blanco traje de mi esposa muerta.

Mienten esos ilusos, que en su celo
quieren calmar el pensamiento humano
con las promesas de un futuro cielo…!

No hay otra vida, no, delirio vano
de la mente que inquieta y desolada,
llenar intenta el insondable arcano.

Delirio de la mente trastornada
por prolongar lo que en la vida quiso
en una vana eternidad soñada.

No existe Dios, ni existe el paraíso,
vanos fantasmas que la humana ciencia
con su implacable claridad deshizo.

Nada me queda ya de tu existencia;
sino unos cuantos pálidos despojos,
con tu recuerdo y mi mortal demencia.

No volverán a abrirse aquellos ojos,
no más en cambio de mi beso ardiente
sentiré el beso de tus labios rojos.

¿Sobre qué frente, pues, sobre qué frente,
pondría ahora la inmortal corona
que ambicionaba en mi pasión vehemente?

Muerta la fe que a la ambición abona,
al golpe rudo del destino fiero
que ni el delirio del amor perdona.

Muerto el objeto de mi amor primero,
no quiero ya la ambicionada palma,
ni nada ya de la existencia quiero.

Así y librando con horrible calma
el sin igual y aterrador  combate
con la espantosa soledad del alma.

¡Ay! Exclamé con el terrible vate:
el mundo es un desierto horrido y frío;
¡Lacsiate ogni esperanza vog che entrate!

Mas ¡Ah! Que al tiempo que lancé este impío
grito desgarrador, cual si tomara
forma y color el pensamiento mío,

apareció ante mí distinta y clara,
iluminando la tiniebla obscura,
la imagen ¡Ay! de la que tanto amara,

víctima me creí de la locura,
y delirante, trastornado y ciego,
quise huir la celestial figura;

mas me detuve fascinado luego,
viendo avanzar la sombra luminosa
cual circundada de celeste fuego,

se acercó a mí, como antes, amorosa,
me vió un momento y apoyó en mis sienes,
su blanca mano, mi difunta esposa,

sueño o verdad –le pregunté- ¿A qué vienes?
“A consolarte” murmuró a mi oído.
¿No me clamabas, pues…? ¡Aquí me tienes!

Sí prosiguió con voz como el gemido,
a un tiempo arrullo y general querella,
del ave errante al visitar el nido,

la misma soy que lloras, soy aquella
que tu agitada y azarosa vida
iluminó con resplandor de estrella.

Soy tu mujer, soy tu mujer querida.
¿Y no te prometí volver a verte
en el instante aquel de mi partida?

¿Hay otra vida pues? Le interrumpí,
la muerte, dijo elevando su mirada al cielo,
fue aquel instante en que creí perderte;
fue aquel instante de supremo duelo.

¡Tú aumentaste el horror de mi agonía!
¡Ah! ¿Por qué ingrato si me ambas tanto
rehusaste creer que creía?

Vi, en ese momento con espanto,
penetrar en tu alma desolada,
ese dolor en que se seca el llanto.

Te vi llegar a mi última morada
Y… adiós, adiós por siempre me dijiste
lanzando al cielo tu postrer mirada…

No me podías ver y no me viste;
mas yo estaba a tu lado y te veía,
¡Ay!... Más triste que tú, mucho más triste…!

Seguí tus pasos por la amarga vía,
pensando con profundo desconsuelo,
que nunca más mi voz te llegaría.

Hasta que un día desde el alto cielo,
escuché una gran voz que me llamaba
a descorrer el insondable velo…

Crucé el espacio con dolor; dejaba
en esta tierra todos mis amores;
mi hijo, tu amor, tu fe que se apagaba.

En vano en fulgurantes resplandores
se iluminaba mi triunfal camino
todo adornado de celeste flores.

En vano viendo a mi inmortal destino
aspiré ansiosa en las auroras nuevas
al puro soplo del amor divino…

Tú… que has pasado por terribles pruebas,
sabes que en esa vida hay desconsuelos
mayores ¡Ay!... Que el que en el alma llevas.

Al descorrer los impalpables velos
que ocultan los misterios de la vida,
me encontré sola en tus soñadores cielos,

sola en aquellos campos sin medida,
y sin mi cuerpo, inconsolable, viuda,
cual tú, lloraba, tu mujer querida…!

Oh, antes que una alma compañera acuda
a consolarnos en la gran morada,
momentos hay en que también se duda,

yo estaba sola, triste, aprisionada,
como una gota en insondable océano
que a un tiempo nos deslumbra y anonada…

Nubes de sombras en inmenso llano
cruzaban sin cesar; pero ninguna
oyó mi voz ni me tendió su mano.

¿Cuánto esperé con ansiedad que alguna
de aquellas tristes sombras que miraba,
fuera algún ser de los que amé en la cuna.

Hasta que un día que de horror lloraba
con el recuerdo de los rotos lazos,
que ningún ser a mi alma recordaba,

interrumpiendo mis dolientes pasos:
pues te amo más que a mí, ¡Bendito seas…!
Dijo una sombra y me estrechó en sus brazos,

yo haré por ti, lo que por él deseas,
siguió diciendo -¡Oh tú, que amaste a mi hijo
cantada siempre por su amor te veas!

¡Mi madre! –le grité- “tu madre” –dijo-
“¡Aquella Santa mártir que en el cielo
nuestro amor santo y nuestra unión bendijo!”

“Fue la primera que encontré en mi vuelo
y a ella le debo el privilegio santo,
de venir ahora a consolar tu duelo.

“Pero oh no –prosiguió- siga tu llanto,
sigue llorando a tu mujer querida,
yo te hubiera también llorando tanto!

“¡Llora constantemente la destruida
cima de nuestro amor, hasta que quiera
juntarnos Dios, de nuevo, en la otra vida

Oh, déjame morir, deja que muera!
Grité con ronca voz. “¡No todavía
me interrumpió mi antigua compañera!”

La pura llama que en mi mente ardía
y que amorosa y con afán cuidaba
vestal de aquella luz que yo encendía.

“Aquel sublime afán que palpitaba
al soplo de mi amor, hoy es preciso
que el mundo dé, lo que mi amor brindaba.

“Valor, valor, valor, si el cielo quiso
dijo oprimiendo con pasión mi frente,
que perdieras tu antiguo paraíso.

“Si no me tienes ya constantemente
por ti velando, en la contienda ruda,
aunque invisible me tendrán presente.

“Hoy que sin la fe la humanidad desnuda
hacia un gran precipicio se adelanta
sin una voz que a contenerla acuda;

“Hoy que la única voz que se levanta
es la imperiosa voz del egoísmo,
que a los buenos espíritus espanta;

“Es preciso luchar, luchar; tú mismo
presa de una inquietud devoradora
no te encontraste al borde del abismo,

La voz de aquella ciencia asoladora
que profana las fosas cinerarias
negando sin piedad la nueva aurora;

“Sofocó en tu garganta las plegarias
y lanzaste el grito, el hondo grito
que lanzan hoy mil almas solitarias.

“Oh, ven –me dijo- ven: yo necesito
que creas tú también, quiero que veas
el primer escalón de lo infinito:

Quiero que al fin en lo que creo creas;
dijo –y una voz dulce en las alturas-
pareció responder, ¡Bendita seas!

y sentí entonces, lo que ansias puras
sentir debe el espíritu agitado
al romper las terrenas ligaduras.

Y al mismo tiempo que ascendió a su lado
a las regiones del eterno día,
yo sentí que a mi cuerpo fatigado
en su mismo sepulcro se dormía.

¡Salve o región fantástica y luciente
inmenso espacio azul, soñado  cielo
postrer asilo de la humana gente!


(Lucila Sandoval: su esposa y  prima).







(3 de julio de 1856 - 1901) fue un poeta guatemalteco nacido en la hacienda «El Paxte», en las faldas del volcán Ipala, en el departamento de Chiquimula. Sobrino del mariscal Vicente Cerna y Cerna, fue perseguido, exilado y apresado tras laReforma Liberal de 1871 cuando ayudó a su tío a huir del país; siendo un poeta consumado, escribió poemas contra el general Justo Rufino Barrios. El presidente Manuel Estrada Cabrera ordenó a la Tipografía Nacional de Guatemala imprimir sus obras a finales del siglo xix