Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

28 enero, 2018

597. Las riquezas del hombre. León Tolstoi, ruso.



Un día, Dios bajo a la tierra para visitar a sus hijos.
Llegó a la morada de un zapatero, una vivienda modesta y ordenada.
 
Dios:

-He caminado mucho y mis zapatos están rotos y mis pies maltrechos, ¿Podrías hacerme unos zapatos?...Pero no tengo con que pagarte.


Zapatero:        

-Ya estoy cansado de que la gente me pida cosas y no de nada a cambio. Tengo muchos sueños y no he podido realizarlos porque no tengo dinero.


-¿Qué es lo que necesitas? - preguntó Dios.



El zapatero sonriendo contestó.


-Quiero muchos, pero muchos billetes.


-Yo puedo dártelos, pero a cambio de que me des tus piernas, respondió Dios.


-¿Mis piernas? ¿Cómo podré caminar por el bosque? ¿Cómo podré correr hacia mis hijos? No, no te puedo dar mis piernas.


Dios le dice:


-Entonces tus brazos.


- ¿Cómo podré entonces alimentarme? ¿Cómo podré abrazar a
mi mujer? ¿Cómo podré acariciar a mis nietos? No puedo
darte mis brazos.
 
Dios insiste:


-¿Qué te parece si te doy muchos millones por tus ojos?


-Pero así jamás veré un amanecer, no podré ver los ojos de mi amada, disfrutar de la puesta del sol. ¡No, no puedo darte mis ojos!


¡Ah! - dijo Dios - ¡Mira nada más cuántas riquezas posees y no te habías dado cuenta!

  


El conde Lev Nikoláievich Tolstói, también conocido en español como León Tolstói, fue un novelista ruso, considerado uno de los escritores más importantes de la literatura mundial.​ Wikipedia
Fecha de nacimiento: 9 de septiembre de 1828, Yásnaia Poliana, Rusia
Fallecimiento: 20 de noviembre de 1910.

596. Escucha a Dios.



En una gran tormenta, un hombre le rezaba a Dios para que lo cuidara y manifestaba "Ayúdame, Señor " en eso pasó a su lado un granjero con dos caballos y le dijo al hombre:


-Vamos súbete a uno de mis caballos y refugiémonos en el monte, ahí no nos podrá alcanzar esta inundación. 

A lo que el hombre contestó:

-No importa, huye tú, Dios me está cuidando.


Dos días después, la lluvia no cesaba y pasó una mujer junto al hombre y le dijo:
- Pobre hombre la lluvia ya te llega a la mitad del cuerpo, súbete a mi carreta y huyamos de aquí.
A lo que el hombre contestó:


-No importa, huye tú, Dios me está cuidando.


Cinco días después, dos campesinos en una lancha le dijeron al hombre:
-Súbase a nuestra lancha y huyamos de aquí, qué no ve que el agua ya le llega al rostro y casi se ahoga.
 
A lo que el hombre contestó:


-No importa huyan ustedes, Dios me está cuidando.


Después de aquella inundación el hombre muere y se va al cielo y le dice a Dios:


-Señor, yo siempre he sido fiel discípulo tuyo ¿Por qué me abandonaste y permitiste que me ahogara?

A lo que contestó Dios: 

- Hijo mío, nunca te abandoné yo te mandé al granjero y no lo escuchaste, yo te mandé a la señora y no la escuchaste, yo te mande a los campesinos y no los escuchaste y te mande varios mensajes para que te salvaras, pero fuiste tú el que no los quiso escuchar.