Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial que es tu mirada.
Yo te dejé -como iba tan de prisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
Me dejaste -como ibas de pasada-
lo más inmaterial que es tu mirada.
Yo te dejé -como iba tan de prisa-
lo más inmaterial, que es mi sonrisa.
Pero entre tu mirada y mi risueño
rostro quedó flotando el mismo sueño.
Me ha costado incontables
latidos dejarte de amar,
por favor,
no vengas,
lo estoy logrando.
Nació en la ciudad de Guatemala el 3 de octubre de 1993.
Capítulo LXVII
Hay tres valores a los que me aferro y aprecio.
No podemos meramente rezarte a ti, oh Dios, para que pongas fin a las guerras; porque sabemos que creaste el mundo de manera tal que el hombre debe encontrar su propio sendero hacia la paz, dentro de sí mismo y con su prójimo.
No podemos meramente rezarte a ti, oh Dios, para que pongas fin al hambre.
Porque tú ya nos diste los recursos con los cuales alimentar al mundo entero, si sólo los usáramos sabiamente.
No podemos meramente rezarte a ti, oh Dios, para que erradiques el prejuicio, porque tú ya nos has dado la vista con la cual podemos ver lo bueno que hay en cada hombre, si sólo la usáramos correctamente.
No podemos meramente rezarte a ti, oh Dios, para que pongas fin a la desesperanza, porque tú ya nos diste el poder para limpiar los barrios bajos y dar esperanza, si sólo utilizáramos nuestro poder con justicia.
No podemos meramente rezarte a ti, oh Dios, para que pongas fin a la enfermedad, porque tú ya nos diste la inteligencia con la cual poder buscar curas y remedios, si sólo la usáramos constructivamente.
En cambio te rezamos a ti, oh Dios, para que nos des fuerza, determinación y voluntad para hacer en lugar de sólo orar, para ser en vez de sólo desear.
Preguntaba una pareja de recién casados:
“¿Qué debemos hacer para que perdure nuestro amor?”.
Y ésta fue la respuesta del Maestro:
“Amad los dos juntos otras cosas”.