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La vida
es un transeúnte filosofal
siempre
camina
con
vegetales miras
hacia el más
allá.
En ella
existe el pulso material
y hay más
de nostalgia que de felicidad.
La vida
es una necesidad
química y
social,
cuya
magia
define la
sensación de la ventura
el líquido de mal.
Viéndola
actuar es débil y fugaz;
su
actitud no contempla
nuestra
humanidad
porque se
inicia en el astro
de amena
soledad,
y porque
sabe guardar
un
equilibrio de arena
en los
pretiles vendados por el gas.
Nadie
puede quitarle su azúcar su sal
porque se
moriría de pesar.
La vida
es una llave umbilical
de
números opacos
y relojes
que llaman luz la maternidad.
No
sabemos su origen,
-parece
ser de pan-,
defenderla
es cegarle su calcio
matinal
porque
sólo ella entiende su dimensión
de sabor
capricornio
e
invernal.
La vida
tiene senos tristes
de
contacto nupcial
por donde
corren miles
de
esparadrapos
con
glóbulos, sutiles
y
estómago sensual;
tiene
toda la especie de las máquinas
ferroviarias
cuando
empieza a funcionar;
aprendió
a deletrear
los ecos
de los pensiles
en un
cuarto de positiva
báscula
nuclear.
Cuando
nació los astronautas
la
vendaron de ebrios fósforos.
La
cabalgaron y la hicieron llorar,
y
románticos cantaron
sus poros
de
guitarra al amor de teletipos húmedos
y a los
cuadernos lánguidos
con
números
de
sonámbulo paladar.
La vida
va de viaje por los teatros,
las
oficinas, los almacenes y el mar;
la vida
se haya en todo
mientras
se puede suspirar;
es tan
sólo un retrato
para la
humanidad
y su
estatura vertical
un tanto
donde los
sueños han principiado
a
laborar.
La vida
no es únicamente
tener
oportunidad
de
comprender lo que se va en los trenes,
los buses
y la oscuridad
y en el
mugido de los bueyes
con
pastos de enfermedad;
ni es
tampoco el extravío breve
de dos
cirios que se llegan a juntar,
ni la
llama que no supo volar.
La vida
es como eclipses
de
estrella, y nada más;
necesita
el humo lírico de los peces
para no gravitar
en los
seres
de
destino trivial.
La vida
es una aritmética global
y tiene
más atracción que el radar,
y es una
puerta difícil de poder cerrar.
Nadie
sabe de ella sus verdaderos
goces, ni
muchos menos
cuándo
morirá.
Nació en la ciudad de Chiquimula el 30 de septiembre de 1933 y falleció el 4 de junio 1964.
Conocido en el ámbito literario como “El Romántico Poeta Chiquimulteco”.
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