Translator
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¡Ayer
era feliz! Siendo yo niño
nada
sabía de la humana farsa;
y
eran blancos mis sueños como armiño,
blancos
como el plumaje de la garza.
Yo
no sabía del dolor que hiere
cuando
la duda dentro el alma brota,
yo
no sabía que la dicha muere
cuando
la fiera tempestad la azota.
Mas
hube de saber por fin un día
las
horribles borrascas de la vida,
y
que en el mundo que con fe creía
el
ave inmunda del pantano anida.
Mis
blancos sueños de color de espumas,
mis
ilusiones puras y benditas,
cayeron
al abismo entre la bruma
como
deshojazón de margaritas.
¡Nada
me queda ya! De venturanza
los
días que gocé cuando veía
placideces
de cielos de esperanza,
se
trocaron en noches de agonía.
Nada
me queda ya… Sólo el consuelo
de
llegar algún día al camposanto,
porque
dormir en el sepulcro anhelo
velado
por la flor del cardo santo.
Dormir
en esa tumba cineraria
do
no llega el insulto ni el reproche;
donde
eleva el silencio su plegaria
en
las sombras eternas de la noche.
Dormir
en esa tumba que suspende
la
torpe vanidad de los humanos,
cuando
la carne a su mansión desciende
para
inmundo festín de los gusanos.
Dormir
en esa tumba donde mora,
en
la mística paz del campo inerte,
el
misterio insondable que atesora
la
ventura suprema de la muerte.
Y
luego que la voz suene del Hado
y
pare el corazón en su latido,
que
el mundo cubra mi sepulcro helado
con
el negro sudario del olvido.
Nació el 24 de marzo de 1891 en la ciudad de Chiquimula. Muere a la prematura edad de 28 años a causa de una enfermedad el 10 de septiembre de 1919.
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