Pensar. Decidme ¿Qué nombre
se puede dar en la tierra
al infinito que encierra
el pensamiento del hombre?
El relámpago que prende
su centella en el vacío,
para seguir es tardío
el vuelo que el alma tiende.
El alma, el soplo divino,
cual átomo sideral,
se pierde en el torbellino
de la vida universal.
Ya, de lo inmenso sedienta,
abarca las soledades
y entre las nubes se asienta,
al tronar las tempestades.
Ya, raudal de inspiración
que deja fulgentes rastros,
navega como los astros
entre Dios y la creación.
Y en sus vuelos vagabundos
del ideal único en pos,
rasga el velo de los mundos
para llegar hasta Dios.
Para ella es ese mensaje
de sagrada inspiración
que en misterioso lenguaje
murmura la creación;
desde ese trueno que airado
retumba en el firmamento,
hasta el suspiro del viento
en una flor apagado.
Para ella escribe la aurora
letras de luz en el cielo,
para ella se borda el velo
de la noche inspiradora;
para ella esa voz que nombra
al Ser que el misterios
esconde
a quien escucha y responde
entre el silencio y la
sombra.
¿Qué importa que sola viva?
¿Qué importa que sola vaya?
Es una ola fugitiva
del mar que no tiene playa.
¿Qué importa la niebla densa
a su vuelo vagabundo,
si altiva, creadora, inmensa
lleva en sí misma su mundo?
El alma la luz encierra,
el soplo de Dios la enciende,
y es lámpara que prende
para su altar en la tierra.
Tras un destierro maldito
levanta libre su vuelo,
águila del infinito,
para perderse en el cielo.
*
¡Amar! Duplicar la vida,
escalar el firmamento,
llevar en el pensamiento
toda la gloria escondida.
¡Amar! Perder anhelante
de la existencia la calma
por el inefable instante
de dar un alma a su alma.
Beber con loca pasión
de unos ojos celestiales
las lágrimas virginales
que brotan del corazón.
Adormirse dulcemente
bajo unos labios encesos,
sintiendo sobre la frente
una corona de besos.
Dentro del alma sentir
otra alma de que se es dueño,
soñar… y adorar un sueño,
morir de amor y vivir.
Estar ante el ser querido
con la vida en la mirada,
con el labio enmudecido,
con el alma prosternada.
¡Amar! Destellar el día
como el sol en la Creación,
hacer de luz y armonía
un ambiente al corazón.
¡Amar! ¿Quién puede decir
lo que es la vida de amar?...
Tener el cielo… y sufrir…
¡Vivir llorando… y gozar!
¡Pensar! ¡Amar! Y siempre, y
sin medida;
el dominio ensanchar del
sentimiento
más allá de la tierra y de la
vida…
Esta es la copa de que estoy
sediento.
¿Sufrir?...¡Qué importa!...
El llanto derramado
es purificación, es el
bautismo
que necesita el corazón
manchado
para alzarse a la fe del
idealismo.
Suframos… Dios lo quiere,
pero amando;
Dios está allí donde el dolor
empieza,
do el alma atribulada está apurando
su cáliz desbordado de
tristeza.
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Espíritu de luz y de
consuelo,
inspiración que por mi sien
resbalas,
cuando mi alma levantas hasta
el cielo,
pensamiento y amor ¿No son
tus alas?