Señor, concédeme el don de ser niño
y poder descansar en
tu regazo
sin vergüenza y sin
miedo,
pues a medida que
crecemos
otros intereses nos
hacen olvidar
que la confianza y la
ternura
son imprescindibles
para madurar
y recorrer tus
caminos.
Concédeme el don de
ser niño
para saber mirar a los
demás
con cariño y
transparencia,
pues el paso de los
años
va cargando nuestra
vida
de suspicacias,
temores y envidias
que doblan nuestra la
espalda
y tensionan nuestras entrañas
Concédeme el don de
ser niño
para confiar en los
demás
y compartir
gratuitamente,
con generosidad y
limpieza,
lo que de ti recibo,
cada día, para ser feliz;
pues el egoísmo, la
avaricia y las comparaciones
apagan todas las
estrellas
y encienden nuestras
más oscuras vanidades.
Concédeme el don de
ser niño;
quítame todo lo que me
impide llegar a ti
y me aleja de quienes
son niños
y van llenos de
carencias y necesidad;
quítame la
desconfianza, la doblez y el orgullo
que no acepta perderse
entre los más pobres.
¡Que recupere, en el
cuerpo y en el espíritu,
la maleabilidad de la
niñez para servir!
¡Vuélveme niño otra
vez!
Y si así no logro
alcanzarte
o no logras retenerme,
o no me dejo querer,
o no aprendo o servir,
o creo que soy más y mejor,
o no me doy a los que
tú quieres,
vuélvete, Señor, a mí
y háblame como una
madre habla a su bebé.
Florentino Ulibarri nace en Viloria-Lana (Navarra) en
1948.