Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

31 mayo, 2017

468. Papá Olvida. William Livingston Larned,

Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con la toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.

Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: "¡Adiós, papá!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!"

Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.

¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca, y entraste tímidamente con una mirada de perseguido? Cuando levante la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" Te dije bruscamente.

-Nada- respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.

Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mi un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.

Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado a tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.

Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto pero mañana seré un verdadero papá. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito".


Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.


467. Cuando pensabas que no te veía...

Querido Papá:

Quiero compartirte lo que he vivido al lado tuyo...

... Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo en la heladera, e inmediatamente quise pintar otro.

... Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me sentí amado y seguro.

... Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos sanos y por tus amigos enfermos, y así aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.

... Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que nada tenían, y aprendí que aquellos que tienen, debemos compartirlo con quienes no tienen.

... Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, pendiente de cada detalle, y entendí que las pequeñas cosas son las cosas especiales de la vida.

... Cuando pensabas que no te veía, te vi atender la casa y a todos los que vivimos en ella, y aprendí a cuidar lo que es dado.

... Cuando pensabas que no te veía, vi como cumplías con tus responsabilidades, aún cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable cuando crezca.

... Cuando pensabas que no te veía, vi tus lágrimas, y entonces aprendí que a veces las cosas duelen, y que está bien llorar.

... Cuando pensabas que no te veía, vi que te importaba y quise ser todo lo que puedo llegar a ser.

... Cuando pensabas que no te veía, te escuché pedirle a Dios y supe que existía un Dios al que le podría yo hablar y en quien podría confiar.

... Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber para ser una buena persona cuando crezca.

... Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir: ¡gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía!

Tu hijo amado. 

466. Carta a mi hijo. Octavio Castillo Ortiz.

Que duro es para mí, hijo, exigirte virtudes donde se carece de todo, pero tu padre es un hombre común y corriente, hecho como todos los hombres, de debilidad, pero lleno de ansiedad de hacer de ti un hombre de provecho.

Detrás de las casuchas en que habitamos veo para ti un amplio horizonte donde la vida es noble, donde el hombre aprende a convivir con sus semejantes, donde hay ríos cristalinos, aguas y praderas llenas de verdor.

Estudia y aprende; a nosotros se nos exige más pero, entre más obstáculos haya en el camino más legítima es la victoria.


Sé noble y sé justo con la nobleza franca y ama al hombre que sabe amar al prójimo.

Aprende a ser libre. De nada sirve posición económica y la sabiduría si se pierde la libertad, defiéndela con tu vida si es preciso, nuestra victoria está llena de hechos heroicos, de hombres que ofrecieron su vida antes que aceptar ser esclavos.

Y nunca claudiques; vale más ser libre un minuto que toda una vida de esclavos.

Ten presente mis palabras y mañana, cuando tú seas hombre y yo quizás haya muerto, no olvides lo que tu padre te dijo un día, cuando eras niño.

465. Mi padre me verá jugar.

Un muchacho vivía sólo con su padre, ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven pertenecía al equipo de fútbol americano de su colegio, usualmente no tenía la oportunidad de jugar, bueno casi nunca, sin embargo su padre permanecía siempre en la gradas haciéndole compañía. El joven era el más bajo de la clase cuando comenzó la secundaria e insistía en participar en el equipo de fútbol del colegio, su padre siempre le daba orientación y le explicaba claramente que "él no tenía que jugar fútbol si no lo deseaba en realidad"... Pero el joven amaba el fútbol, no faltaba a una práctica ni a un juego, estaba decidido en dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido.

Durante su vida en secundaria, lo recordaron como el "calentador de banco", debido a que siempre permanecía sentado.... Su padre con su espíritu de luchador, siempre estaba en las gradas, dándole compañía, palabras de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar.

Cuando comenzó la Universidad, intentó entrar al equipo de fútbol, todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo. El entrenador le dió la noticia, admitiendo que lo había aceptado además por como él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de las prácticas y al mismo tiempo le daba a los demás miembros del equipo el entusiasmo perfecto. La noticia llenó por completo su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su padre, quien compartió con él la emoción. Le enviaba en todas las temporadas todas las entradas para que asistiera a los juegos de la Universidad.

El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a una práctica ni a un juego durante los 4 años de la Universidad, y nunca tuvo el chance de participar en algún juego!

Era el final de la temporada y justo unos minutos antes que comenzará el primer juego de las eliminatorias, el entrenador le entregó un telegrama. El joven lo tomó y luego de leerlo lo guardó en el silencio....tragó muy fuerte y temblando le dijo al entrenador: Mi padre murió esta mañana: ¿No hay problema de que falte al juego hoy?

El entrenador le abrazó y le dijo "Toma el resto de la semana libre, hijo. Y no se te ocurra venir el sábado". Llegó el sábado, y el juego no estaba muy bien, en el tercer cuarto, cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y calladamente se colocó el uniforme y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes estaban impresionados de ver a su luchador compañero de regreso....

"Entrenador por favor, permítame jugar... Yo tengo que jugar hoy" imploró el joven. El entrenador pretendió no escucharle, de ninguna manera él podía permitir que su peor jugador entrará en el cierre de las eliminatorias.

Pero el joven insistió tanto, que finalmente el entrenador sintiendo lástima lo aceptó: "Okey hijo, puedes entrar, el campo es todo tuyo".

Minutos después el entrenador, el equipo y el público, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, que nunca había participado en un juego, estaba haciendo todo perfectamente brillante, nadie podía detenerlo en el campo, corría fácilmente como toda una estrella. Su equipo comenzó a ganar, hasta que empató el juego. En los últimos segundos de cierre el muchacho interceptó un pase y corrió todo el campo hasta ganar con un touchdown (jugada cumbre del fútbol americano, equivale a tomar la pelota en una arquería y hacer gol en la otra evadiendo a muchos contrarios). La gente que estaba en las gradas gritaban emocionadas, y su equipo lo llevó cargado por todo el campo.


Finalmente cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven estaba sentado calladamente y sólo en una esquina, se acercó y le dijo:

"Muchacho no puedo creerlo, estuviste fantástico" ¿Dime cómo lo lograste?

El joven miró al entrenador y le dijo:

"Usted sabe que mi padre murió... pero sabía que mi padre era ciego?"

El joven hizo una pausa y trató de sonreír... "Mi padre asistió a todos mis juegos, pero hoy era la primera vez que él podía verme jugar... y yo quise mostrarle que si podía hacerlo"...

464. Déjale a tu hijo. Zenaida Bacardí de Argamasilla, cubana.

Déjale a tu hijo alguna raíz con nudo, y alguna
ala sin amarre. No lo presiones hasta el punto de
que el vaso se rebose y quede vacío.
 
   Deja que se evaporen las locuras de ayer, y
mételo en la esperanza tentadora del mañana.
 
   Sé más estrella que cerrazón de noche. Dale
una cercanía que no lo limite, y una supervisión
que no lo acorrale. Dale luz de tu pensamiento,
 más que la ira de tu enojo. Dale la serenidad
de tu alma, más que la inquietud de tus dudas
y temores.
 
   Dale soluciones, más que recriminaciones.
Dale un espacio y un perdón, no una jaula de
castigo donde sus alas solo den aletazos de
rencor. Dale fe en sí mismo, para que solo, pueda
mover sus sentimientos.
 
   No le exijas sobresalir; no lo compares con
nadie; no achiques la estima de sí mismo aunque falle,
ni lo supervalores porque acierte.
 
   La madre no perdona como el mundo: ella
absuelve; no renuncia a la venganza, sino acepta
la página en blanco para empezar de nuevo.
 
   Dele explicaciones a sus desasosiegos,
generosidad a su egoísmo, protección a su vida,
y nunca lo separes de tu corazón.
 
   Todo el que vive a tu lado te da algo de si
mismo, y a la vez recibe ese reflejo tuyo que 
irradia lo que eres. Por eso, todo lo que te
gustaría ver en él, dáselo con tu solidez, con tu
alma, con tu amor, con el ejemplo de tu vida.
 
   Déjale tu reposo a su intolerancia, tu calmada 
reflexión al atolondramiento de sus años, y
razones bien fundamentadas como un
detonador de justicia.
 
   No discutas por todo, dándole al hogar un
sabor de amargura; mejor dale un beso y llénalo
de luz.
 
   Alguna vez pregúntate: ¿Tuvo material mi vida
para enseñarle todo lo que quisiera que fuera?
 
   La madre es la mejor carpintera del edificio
de su hijo, la que sabe cómo ensamblar todos
los elementos para hacerlo resistente, la que
sabe dónde apretar las tuercas y donde abrir los
espacios para que entre el sol. 


463. Lo que un padre sensato nunca diría. Harriet Webster. Selecciones del Reader’s D.

A veces todos decimos cosas ofensivas a nuestros hijos, y no por ello se acaba el mundo. Sin embargo, la repetición constante de comentarios perjudiciales pueden afectarles para toda la vida. “Los niños aprenden a comunicarse en casa”, observa Michael Beatty, profesor de comunicación en la Universidad Estatal de Cleveland en Ohio. “Los chicos que son blanco permanente de insultos y críticas llegan a adultos usando el mismo lenguaje negativo”. Esto puede ocasionarles dificultades en el trabajo, con sus cónyuges y con sus propios hijos.

Los psicólogos, los educadores y otros expertos han identificado los comentarios más destructivos que los padres hacen a sus chicos. Si usted ha incurrido en esta conducta, quizá esté minando la sensación de bienestar de su hijo hoy y en los años venideros. He aquí siete de las frases más comunes y destructivas que puede decir a sus pequeños.

1-“Deberías haberlo hecho así”.
2-“¿Eso es tu cabello o te pusiste un trapeador en la cabeza?”.
3-“No hablas en serio”.
4-“Es el dibujo más hermoso que he visto en mi vida”.
5-“oye, eres un salvaje”.
6-“Te estás buscando una bofetada”.
7-“Ahora no”.

-“Deberías haberlo hecho así”.
No se debe conjugar el verbo “deber” con los hijos, ni usar la crítica, esto humilla y los vuelve hoscos y retraídos. Hasta la crítica constructiva duele cuando se expresa en un mal momento, en ocasiones es preferible no hablar del asunto de inmediato. La profesora Anita Vangelisti de comunicación verbal de la Universidad de Texas en Austin, recomienda “Más tarde, dirija sus esfuerzos a explorar los sentimientos del niño y a trabajar con él para encontrar la manera de mejorar su desempeño”.

-“¿Eso es tu cabello o te pusiste un trapeador en la cabeza?”.
Los hijos dependen de sus padres para que les digan quiénes son en el mundo, las bromas crean incertidumbre porque los pequeños nunca saben hasta qué punto habla en serio el padre. Carole Lieberman, psiquiatra de California.

-“No hablas en serio”.
Adele Faber, coautora del libro “Cómo hablar a los hijos para que aprendan en casa y en la escuela” dice: cuando continuamente negamos los sentimientos de nuestros hijos, les damos a entender que no deben expresarlos, y ellos empiezan a creer que lo mejor es guardarse la ira y otras emociones. Cuando su hijo exprese una fuerte desilusión o una emoción negativa no lo contradiga, en vez de ello, escúchelo y acepte respetuosamente sus sentimientos.

-“Es el dibujo más hermoso que he visto en mi vida”.
Aunque los chicos necesitan comentarios positivos cuando hacen las cosas bien, hay que templar los elogios con la sinceridad y sin ambigüedades.

-“oye, eres un salvaje”.
Janet Christie, trabajadora social de Florida recomienda que para expresar enojo sin causar daño físico o emocional, los padres tienen que criticar la conducta no al niño y darle instrucciones precisas de lo que tendrá que hacer en consecuencia.

-“Te estás buscando una bofetada”.
Como los falsos cumplidos, las falsas amenazas minan la credibilidad de los padres. Trate de sustituir la amenaza con una promesa motivadora para estimular en él la conducta deseada.

-“Ahora no”.
Naturalmente, hay ocasiones de mucho ajetreo o confusión en las que todo padre o madre tiene que pedirle a su hijo que espere hasta más tarde. Pero los aplazamientos constantes pueden dejar una huella duradera.

“Los niños responden mejor a los actos y las palabras que les parecen alentadoras, y reaccionan mal ante el castigo y los comentarios denigrantes, pues éstos los desaniman. El aliento capacita. El desaliento incapacita”. Shirley Gould, psicoterapeuta retirada y autora de “Cómo criar un hijo independiente”.


462. Mi hijo: ¿Mi víctima o mi creación? César Mella Mejía, dominicano.

Yo me preguntaría y plantaría la siguiente pregunta: ¿cómo eduqué o estoy educando a mis hijos? ¿Qué valores inculco o inculqué a mis hijos?

A los jóvenes de este siglo hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela y, digo llevarlos porque no tienen que tomar el camión o caminar larguísimas distancias para llegar a ella.

Se levantan generalmente irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando playstation, hablando o enviando mensajes por teléfono o chateando por la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar.
Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, Ipod, blackberry y computadora no pueden faltar, como tampoco el pago por su actualización. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso. El nextel más costoso. La Lap más equipada. Nada les costó. Si se descomponen, para eso estamos, no faltaba más, hay que pagar la reparación, a la brevedad y sin chistar.

Idolatran amigos y a falsos personajes de realitys de MTV. ¡Ah! pero viven encontrándole defectos a los padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda.
Se cierran automáticamente a quien les hable de moral, honor y buenas costumbres, y mucho menos de religión. Lo consideran aburrido. Ya saben todo y, lo que no ¡Lo consultan en Internet!

Nos asombramos, porque los sicarios cobran cuotas sin trabajar por ellas, cuando a nuestros hijos los acostumbramos a darles todo incluso su cuota semanal o mensual sin que verdaderamente trabajen por ella, y todavía se quejan a porque eso no me alcanza.
Si son estudiantes, siempre inventan trabajos de equipo o paseos de campo, que lo menos que uno sospecha, es que regresarán con un embarazo, habiendo probado éxtasis, coca, marihuana o cuando mínimo alcoholizados.

Y cuando les exiges lo más mínimo en el hogar o en la escuela, lejos de ser agradecidos te contestan, con desfachatez: yo no pedí nacer, es tu obligación mantenerme o quien les manda a casarse.
La tasa de que hagan su vida independiente se aleja cada vez más, pues aún graduados y con trabajo, hay que seguirlos manteniendo, pagándoles deudas, servicios y hasta los partos de sus hijos.

Con lo anterior, me refiero a un estudio que indica que este problema es mayor en chicos de la sociedad de clase media o media alta (o de capas medias urbanas) que bien pudieran estar entre los 14 y los 28 años, si es correcto 28 años o más ¿lo pueden creer? y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿Entonces en qué estamos fallando?
Yo sé, dirán que los tiempos y las oportunidades son diferentes, pues para los nacidos en los años cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que ayudar a limpiar la casa; no se frustraban por no tener vehículo, andaban a pie a donde fuera, siempre lustraban sus zapatos, los estudiantes no se avergonzaban de no tener trabajos gerenciales o ejecutivos, aceptaban trabajos como limpiabotas y repartidores de diarios.

Lo que le pasó a nuestras generaciones, es que elaboramos una famosa frase que no dio resultado y mandó todo al diablo:

¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé!

Nuestros hijos no conocen la verdadera escasez, el hambre. Se criaron en la cultura del desperdicio: agua, comida, luz, ropa, dinero.

Muchos de los nuestros hijos, a los 10 años ya habían ido a Disneyworld mínimo dos veces, cuando nosotros a los 20 si bien nos iba conocíamos la Ciudad de México, con su hoy vetusto y atiborrado Metro.

El dame y el cómprame, siempre fue generosamente complacido convirtiendo a nuestros hijos en habitantes de una pensión, con sirviente (a) y todo incluido, que después intentamos que funcionara como hogar.

Es alarmante el índice de divorcios que se está generando, van a la conquista de su pareja y vuelven al hogar, sólo unos meses más tarde, divorciados porque la cosa no funcionó; ninguno de los dos quiere servir al otro en su nueva vida. Como nunca batallaron en la pensión con sirviente incluido, en la que se les convirtió el hogar paterno, a las primeras carencias en el propio, avientan el paquete y regresan a la casa para que la mamá y el papá continúen resolviéndoles la vida.

Este mensaje es para los que tienen hijos y que pueden todavía moldearlos, edúquenlos con principios y responsabilidades. 

Háganles el hábito del ser agradecidos.

Háganles el hábito de saber ganarse el dinero con honestidad, la comida, la ropa, el costo de la estancia en la casa en la cual no aportan para el pago de servicios. 

Háganles saber lo que cuesta cada plato de comida, cada recibo de luz, agua, renta. 

Háganles sentir en su casa, cómo se comportarían ustedes en casa ajena cuando van de visita.

Por ese domingo o cuota semanal o mensual, edúquenlos en la cultura de la correspondencia y el agradecimiento. Que los sábados o domingos laven el carro, ayuden a limpiar la casa, NO SU CUARTO, esa debe ser obligación de siempre sin pago de por medio

Háganles la costumbre de limpiar sus zapatos, de que paguen simbólicamente, por todo lo que gratuitamente reciben, implántenles la ideología de ameritar una especie de beca escolar que ustedes pagan, y  por la que ellos no pagan ni un centavo, eso puede generar una relación en sus mentes trabajo=bienestar.

Que entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida, que no es ningún mérito asistir a ella. De la responsabilidad con que cumplan ese compromiso, dependerá su calidad de vida futura.

Todos los niños deben desde temprano aprender a lavar, planchar y cocinar, para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.

Cuida lo que ven y ves con ellos en la televisión, y evita caer en el vicio social llamado telenovelas, los videojuegos violentos, la moda excesiva y toda la electrónica de la comunicación, que han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó. Cuando ocupes corregirlos, aconséjalos, habla con ellos, no los ofendas, no los reprendas en público. Si lo haces, nunca lo olvidarán. Nunca te lo perdonarán.

Estamos comprometidos a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos, o sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las empleadas domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.

Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen la oportunidad de cambiar o hacer algo al respecto. Ya los abuelos pagaron. Nosotros estamos pagando con sangre la transición.

Que cada quien tome lo que la corresponda. Que haga lo que pueda y quiera. Recuerda que: “para que triunfe el mal, solo se necesita que la gente buena lo permita…”



César Mella
Psiquiatra dominicano

461. El cofre de los vidrios rotos.

Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.

Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.
— No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.

— ¿Qué hay en ese cofre? preguntaron, mirando bajo la mesa.
— Oh, nada -respondió el anciano-, sólo algunas cosillas que he ahorrado.

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

— Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él. La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo. Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.

— ¡Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia sus hijos!
— Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.
— Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.

Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre.

Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción que el padre les había dejado en el fondo: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.

460. Súplica a mi padre.

“Dices que soy el futuro,
no me desampares en el presente.

Dices que soy la esperanza de la paz,
no me induzcas a la guerra.

Dices que soy la promesa del bien,
no me confíes al mal.

Dices que soy la luz de tus ojos,
no me abandones a las tinieblas.

No espero solamente tu pan,
dame la luz y entendimiento.

No deseo tan sólo la fiesta de tu cariño,
te suplico que me eduques con amor.

No te pido apenas juguetes,
te pido buenos ejemplos y buenas palabras.

No soy simple adorno en tu camino,
soy alguien que toca la puerta en nombre de Dios.

Enséñame el trabajo y la humildad,
la sinceridad y el perdón.

Compadécete de mí y oriéntame,
para que yo sea justo y bueno.”


Corrígeme mientras soy niño,
aunque sufra.

Ayúdame hoy para que mañana
no te dé motivos para llorar.


459. Si amas a tu hijo.

CONTÉSTALE No lo informes.

PROTÉGELO No lo cubras.


ABRÍGALO No lo tapes.


AYÚDALO No lo reemplaces.


ÁMALO No lo idolatres.


ACOMPÁÑALO No lo lleves.


INCORPÓRALO No lo aísles.


MUESTRALE EL PELIGRO No lo aterrorices.


ALIÉNTALO EN SUS ESPERANZAS No lo desencantes.


NO LE EXIJAS SER EL MEJOR Pídele que sea bueno.


NO LE PRODIGUES AMOR Dale amor.


NO LO ENVIES A ESTUDIAR Prepárale el clima de estudio.


NO LE FABRIQUES UN CASTILLO Vive todo con naturalidad.


NO LE ENSEÑES A "SER" Ayúdalo para que sea "Él" mismo.


NO LE DEDIQUES LA VIDA Vive la vida con Él.


Recuerda que tu hijo no te escucha, te mira.

Y finalmente, cuando se rompa la jaula del canario, no compres otra jaula, enséñale a vivir sin puerta. 



No le fabriques un castillo, ofrécele un hogar con ladrillos

de verdad unidos con cementos de amor.

26 mayo, 2017

458. Definición legal de matrimonio en Guatemala.

Es una institución social por la que un hombre y una mujer se unen legalmente, con ánimo de permanencia y con el fin de vivir juntos, procrear, alimentar y educar a sus hijos y auxiliarse entre sí. 

Código civil de Guatemala, artículo 78.

457. Boleta de calificaciones.

Era miércoles, 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo. -“No olviden venir a la reunión de mañana, es obligatoria", fue lo que el maestro me había dicho un día antes.

-“¡Pues qué piensa este maestro! ¿Cree que podemos disponer fácilmente del tiempo a la hora que él diga? Si supiera lo importante que era la reunión que tenía a las 8:30", pensé.

De ella dependía un buen negocio y... ¡tuve que cancelarla!

Ahí estábamos todos, papás y mamás, el maestro empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar. No recuerdo qué dijo, mi mente divagaba pensando cómo resolver ese negocio tan importante, ya me imaginaba comprando esa nuevo televisor con el dinero que recibiría.

"¡Juan Rodríguez!” -escuché a lo lejos.
“¿No está el papá de Juan Rodríguez?”-Dijo el maestro.

“Sí aquí estoy”- contesté pasando al frente a recibir la boleta de mi hijo.
Regresé a mi lugar y me dispuse a verla. -“¿Para esto vine? ¿Qué es esto?”. La miré rápido y noté que la boleta estaba llena de seises y sietes. Ni siquiera vi los conceptos que se estaban calificando. "¿Para qué?", me dije. Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndolas para que ninguna persona viera las porquerías que había obtenido mi hijo.

De regreso a casa aumentó más mi coraje a la vez que pensaba:

“Pero ¡si le doy todo! ¡Nada le falta! ¡Ahora sí le va a ir muy mal!”. 


Llegue, entré a la casa, azoté la puerta y grité:


 -“¡Ven acá Juan!”  


Juan estaba en el patio y corrió a abrazarme. 


-“¡Papá!” 


-“¡Qué papá ni que nada!”.


 Lo retiré de mí, me quité el cinturón y no sé cuántos azotes le di al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él. 


-“¡¡¡¡ Y te me vas a tu cuarto!!!”.Terminé.


Juan se fue llorando, su cara estaba roja y su boca temblaba.


Mi esposa no dijo nada, sólo movió la cabeza negativamente y se metió a la cocina.


Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa se acercó y entregándome la boleta de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco, me dijo:


-“Lee despacio y después toma una decisión”. 


Al leerla, vi que decía:


BOLETA DE CALIFICACIONES Calificando a papá:


Por el tiempo que tu papá te dedica a conversar contigo antes de dormir:
6

Por el tiempo que tu papá te dedica para jugar contigo: 6
Por el tiempo que tu papá te dedica para ayudarte en tus tareas: 6
Por el tiempo que tu papá te dedica saliendo de paseo con la familia: 7
Por el tiempo que tu papá te dedica en contarte un cuento antes de dormir 6
Por el tiempo que tu papá te dedica en abrazarte y besarte: 6
Por el tiempo que tu papá te dedica para enseñarte religión: 7
Por el tiempo que tu papá te dedica para escuchar tus dudas o problemas: 6
Por el tiempo que tu papá te dedica para orientarte y enseñarte cosas: 7
Por el tiempo que tu papá ora contigo: 6

Calificación promedio: 6.3


¡Los hijos habían calificado a sus papás!. El mío me había puesto seises y sietes. Sinceramente creo que me merecía menos de cinco. Seguramente no quiso reprobarme para no hacerme sentir más mal. Me levanté y corrí a la recámara de mi hijo, lo abracé y lloré. Me hubiera gustado poder regresar el tiempo... pero eso era imposible. Juanito abrió sus ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: -“¡Te quiero papito". Cerró sus ojos y se durmió.


Aprendamos a darle el valor adecuado aquello que es importante en la relación con nuestros hijos, ya que en gran parte, de ella depende el triunfo o fracaso en sus vidas. ¿Te has puesto a pensar, sinceramente, qué calificaciones te darían ellos? ¡Aún es tiempo de mejorar tu promedio! 

456. Te estoy viendo, papá.

“Papá, no lo sabes ahora pero te estoy viendo. 

Estoy viendo las cosas que haces. 

Estoy mirando cómo tratas a las personas. 
La forma en que me tratas a mí. A mi mamá. A mi hermana. 

La forma en cómo vives tu vida está teniendo un gran impacto en mí. 

Cuando me llegue el momento de escoger una carrera y mantener a mi familia, tu ética en el trabajo estará en mi mente. 

El tiempo que pasas conmigo, aunque sea haciendo cosas simples, me va a dar un sentido de seguridad. 

Habrá momentos en mi vida en que tenga que luchar con la integridad y tal vez no sepa qué hacer. Recordaré cómo elegiste hacer lo que era correcto, aun cuando pudiste haber hecho lo contrario. Y así como tú tomas decisiones, yo también las tomaré. 

Por favor no tengas miedo de mostrarme tus fallas, tus errores. Yo aprenderé de ellos. 

Papá, ¿Estás escuchando? Te estoy viendo. Viendo si realmente crees lo que dices sobre Dios. 

Quiero que me ayudes a mostrarme mi camino, que me enseñes a vivir, pero no de una forma fácil, sino de la forma correcta. 


Así que te estoy mirando papá. Todos los días. Me estás enseñando cómo vivir, lo sepas o no”. 





24 mayo, 2017

455. Recuerda papà.

Que si no juegas ahora conmigo, cuando tú quieras hacerlo ya habrè crecido.

Que la armonìa entre tù y mamà me darà seguridad ante la vida y harà de mì un triunfador o un frustrado.

Que de tu amor depende mi capacidad de amar cuando sea adulto.

Que soy muy feliz cuando me llevas dormido hasta mi cama.

Que lo que yo aprendo contigo lo recoradarè toda la vida.

Que si oramos juntos, aprendo a comunicarme con Dios.

Que el amor y respeto que demuestres por nuestros semejantes serà el amor y el respeto que yo les tenga cuando adulto.

Que yo tambièn tengo intereses personales.

Que me gusta tomar parte en las discusiones familiares.  


Y...Que te necesito como ¡Mi mejor amigo! 


454. Fabricando un padre.

En el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron los grandes arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales que debían fabricar al padre perfecto: "Debe ser fuerte", comentó uno.

-También, debe ser dulce- comentó otro experto.

- Debe tener firmeza y mansedumbre: tiene que saber dar buenos ejemplos-.

-Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo en los momentos tiernos-.

 ¿Cómo es posible, interrogó un obrero, poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo? -Es fácil, contestó el ingeniero, sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza del hierro y que tenga corazón de caramelo.

Todos rieron ante la ocurrencia y se escuchó una voz (era el Maestro, dueño del taller del cielo):

Veo que al fin comienzan, comentó sonriendo. No es fácil la tarea es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello.
 Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma. 

¿Tierra? -preguntó sorprendido uno de los arquitectos- ¡Pensé que lo fabricaríamos de mármol o marfil o piedras preciosas!

-Este material es necesario para que sea humilde, le contestó el Maestro.

 Y extendiendo su mano sacó de las estrellas oro y lo añadió a la masa. 

Esto es para que en pruebas brille y se mantenga firme. Agregó a todo aquello, amor, sabiduría, le dio forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero... faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.

 ¿Y qué pondrás ahí? -preguntó uno de los obreros-. Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sacó su corazón y le arrancó un pedazo y lo puso en el centro de aquel hueco.

Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado. ¿Por qué has hecho tal cosa? -le interrogó un ángel obrero- y aun sangrando, le contestó el Maestro:

 Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su ejemplo, porque al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre allá en la tierra, regresará hasta mí. Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un lugar aquí en mi reino. Le extenderé mi mano, descansará en mi pecho y tendrá Vida Eterna.


 Pues yo también soy Padre y por él, por su bien, para otorgarle vida, me arranqué del corazón un pedazo de amor y lo puse en su pecho. Para que a mi regrese, guiado por la sangre que derramé por él en una cruz, para darle el perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno. 

453. El libro del niño. Embarazo, nacimiento, infancia. Osho, indio.

Si los iluminados no tienen hijos, y los neuróticos no son aptos para la paternidad, ¿Cuál es el momento adecuado?

Piensa primero: ¿Estás en un estado tal que si das nacimiento a un niño estarás haciéndole un regalo al mundo?; ¿Eres una bendición para el mundo, o una carga? Y después piensa: ¿Estás preparado para hacer de madre o de padre de un niño?; ¿Estás preparado para dar amor incondicionalmente? Porque los niños vienen a través de ti, pero no te pertenecen. Les puedes dar amor pero no deberías imponerles tus ideas. No deberías darles tus estilos neuróticos. ¿Permitirás que florezcan espontáneamente? ¿Les darás la libertad suficiente para ser ellos mismos? Si estás listo, entonces está bien. De otro modo, espera; prepárate.

No seas como los animales, que se reproducen inconsciente m ente. Prepárate antes de querer tener un hijo. Hazte más meditativo, vuélvete más aquietado y pacífico. Libérate de todas las neurosis que tienes en tu interior. Espera el momento en el que estés absolutamente limpio, entonces ten un hijo. Entonces dale tu vida a tu hijo, dale tu amor. Estarás ayudando a crear un mundo mejor.

Un niño debería ser un pasatiempo, debería ser el lujo más elevado. Entonces te puedes permitir el lujo de ser madre, de lo contrario te creará problemas.

Simplemente piensa en ambas posibilidades: ¿Qué le vas a dar al niño?; ¿Qué es lo que tienes para darle al niño? Le transmitirás todas tus tensiones a su ser y él repetirá el mismo tipo de vida que tú.

¿Qué derecho tienes de traer un espíritu a este mundo cuando no puedes dar a la persona un ser saludable y completo? ¡Es un crimen!

No te estoy diciendo que no seas madre; te estoy diciendo que seas consciente de que ser madre es un gran arte, es un gran logro. Primero crea en ti esa cualidad, esa creatividad, esa alegría, esa celebración, y entonces invita al niño. Entonces tendrás algo que darle al niño -tu celebración, tu canción, tu danza y no crearás un ser patológico.


Simplemente, sé tan feliz y tan amorosa como puedas. Evita las negatividades; eso es lo que destruye la mente de] niño. Cuando el niño está formándose no sólo sigue tu cuerpo, también sigue tu mente, porque ésas son las improntas. Por eso, si eres negativo, la negatividad comienza a formar parte de la composición del niño desde el principio. Luego, el camino para librarse de ello es largo y duro. Si las madres fueran un poquito más cuidadosas no sería necesaria la terapia del grito esencia *. Si las madres fueran un poquito más cuidadosas, desaparecería el psicoanálisis como profesión. 


 
Osho o Bhagwan Shri Rashnísh (Bhopal11 de diciembre de 1931-Pune19 de enero de 1990) fue un filósofomísticoorador, líder espiritual indio.

452. Dios y las madres.

Muchas mujeres se convierten en madres por accidente, otras por elección, unas cuantas por presiones sociales y un par, a lo sumo, por hábito. ¿Te has preguntado alguna vez por qué las madres de los niños impedidos son elegidas?

De cierta manera veo a Dios rondando sobre la Tierra, seleccionando sus instrumentos para la propagación, con gran esmero y delicadeza.

Mientras él atisba, instruye a sus Ángeles a que tomen nota en un gigantesco libro mayor.

“Dale a Beth Armstrong un hijo de patrono a Mateo. A Marjorie Forrest una hija y de santa patrona a Cecilia. A Mary Carrie unas gemelas y de santo patrono… dales a Gerardo. Él acostumbra protegerlas.”

Finalmente, él aprueba el nombre y sonríe diciendo:

_Dale a ella un niño impedido.

El ángel se muestra curioso y pregunta:

_ ¿Por qué, Dios? Ella era feliz…

_Exactamente _sonríe Dios_. ¿Podría yo dar un niño impedido a una madre que no sabe reír?

_Pero ella, ¿Tendrá sufrimiento? _preguntó el ángel.

_Yo no deseo que ella sufra que se hunda en un océano de desesperación y compasión por sí misma. Una vez que la sacudida y el resentimiento pasen, lo aceptará y sabrá manejar la situación. Yo lo observé hoy. Tiene un ceñimiento de provecho e independencia que es muy raro, pero necesario en una madre.
El niño que voy a darle tiene su propio mundo y ella tiene que hacer que él viva en el mundo de ella, y eso no va a ser fácil.

_Pero Dios _siguió el ángel-, pienso que ella no seguiría pensando en ti.

Dios sonrió:

_No importa, yo puedo arreglar eso. Este caso es perfecto, pues ella tiene justamente bastante amor propio.

El ángel se asombró:

_Amor propio. Pero, ¿Es esa una virtud?

Dios asintió con la cabeza y contestó:

_ Si ella no puede separarse por sí misma del niño, menos que perfecto. Ella no lo sabe aún, pero será envidiada. Nunca tomará como un hecho la palabra dicha. Nunca considerará un paso mal dado. Cuando su hijo le diga ¡mamá! Por primera vez verá un milagro y estará presente en él cuando le describa un árbol o una puesta de sol, verá como pocas personas han visto mis creaciones.

Dios continuó:

_Voy a permitirle ver claramente las cosas que yo veo… ignorancia, crueldad, prejuicios. Nunca estará sola, voy a estar a su lado cada minuto del día de su vida, porque ella va a ser mi trabajo, tan segura como que estará aquí a mi lado.

_ ¿Y quién será su santo patrono? _ Preguntó el ángel.

Dios sonrió:


_ Un espejo será suficiente…