Silencio es recordar que toda palabra tiene un hoy un
mañana, es decir un valor del momento y un alcance futuro incalculable.
Silencio es recordar que el valor de la palabra que pronuncio, no tanto depende de su propia significación ni de la intención que yo le imprimo, cuanto de la manera con que comprende el oyente.
Silencio es recordar que sería libre hoy si no hubiera dicho la palabra ayer, y que la palabra de hoy será mi cadena de mañana.
Silencio es recordar que si hubiera diferido una hora sola mi juicio sobre tal persona o suceso, en esta hora pudo llegar un dato nuevo que habría hecho variar aquel juicio temerario o cruel.
Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que los otros dicen es formar la avalancha que luego arrastra la reputación y la felicidad de los demás.
Silencio es no quejarse para no aumentar la pena de los otros.
Silencio es recordar que si para nuestras cuitas, anhelos y recuerdos nuestro corazón es un relicario, el corazón ajeno puede ser una plaza de feria.
Silencio es meditar, medir, pesar, aquilatar y acrisolar.
Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a dónde va.
Silencio es “ser uno mismo”, y no tambor que suena bajo los de la muchedumbre.
Silencio es hablar con Dios antes que con los hombres, para no arrepentirse ni dolerse de haber hablado.
Silencio es recordar que el valor de la palabra que pronuncio, no tanto depende de su propia significación ni de la intención que yo le imprimo, cuanto de la manera con que comprende el oyente.
Silencio es recordar que sería libre hoy si no hubiera dicho la palabra ayer, y que la palabra de hoy será mi cadena de mañana.
Silencio es recordar que si hubiera diferido una hora sola mi juicio sobre tal persona o suceso, en esta hora pudo llegar un dato nuevo que habría hecho variar aquel juicio temerario o cruel.
Silencio es recordar que el simple hecho de repetir lo que los otros dicen es formar la avalancha que luego arrastra la reputación y la felicidad de los demás.
Silencio es no quejarse para no aumentar la pena de los otros.
Silencio es recordar que si para nuestras cuitas, anhelos y recuerdos nuestro corazón es un relicario, el corazón ajeno puede ser una plaza de feria.
Silencio es meditar, medir, pesar, aquilatar y acrisolar.
Silencio es la palabra justa, la intención recta, la promesa clara, el entusiasmo refrenado, la devoción que sabe a dónde va.
Silencio es “ser uno mismo”, y no tambor que suena bajo los de la muchedumbre.
Silencio es hablar con Dios antes que con los hombres, para no arrepentirse ni dolerse de haber hablado.
Vicente Alberto Masferrer Mónico, fue un maestro, filósofo,
periodista, ensayista, poeta y político salvadoreño nacido el 24 de
julio de 1868 - 8 de noviembre de 1932.
Cuanta sabiduría hay en este poema
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