Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

25 octubre, 2016

152. La patria que yo ansío. Julio Fausto Aguilera, guatemalteco.

La patria, les decía,
es una casa donde vivimos
todos como hermanos.
 

Es una hermosa casa,
mis amigos, que todos
afanosos levantamos.
 

La patria, la que sueño,
es un plantío donde
triunfa el tractor,
triunfa el arado y
un enjambre de brazos
no se alcanza cosechando
los frutos y los granos.
 

Despensa para todos,
bien provista:
un granero que siempre
está colmado de trigos y maíces,
orgulloso en invierno
lo mismo que en verano.
 

Los colmillos del hambre
no se ensañan en esa pulpa
espléndida y dorada.
 

La loba de enemiga,
negra historia, aquí fue
condenada y enterrada.
 

No más acorralarte
en los caminos
como plantas
endémicas cercándote
los brazos y las bocas
que desmayan
pidiendo por sus
vientres sin bocado.
No más delincuencial río
que ulula puñales en
las hambres engendrados.
 

No más hermanos
en el abandono.
 

No más honradas
manos sin trabajo.
 

La patria que les digo,
la que ansío,
–la que será,
pues la defino y canto–,
por el trabajo es pan,
es luz, es gozo:
no conoce al mendigo
ni al parásito.

Esta patria es taller telar;
es fábrica, laboratorio,
orfebrería, andamio.
 

Hogar que se construye
y embellece sin
ocioso ni privilegiado.
 

Tejedores, bioquímicos, poetas...
 

Todo el que puede hacer,
está obligado.
 

De músculos y sienes hay tarea
con exceso: ninguno
se halla holgando.
 

Tienen madera todos los serruchos,
hay para todos martillos clavo.
 

Para toda canción sobran oídos
y nunca faltan temas a los bardos.
 

Democracia opulenta: ere racimo,
gajo de azúcar, fruto sazonado.
 

Beso de miel
tu comunión de hermanos.
Tu popular, tu colectivo abrazo.
 

La patria que persigo es la justicia
castigando con blanco,
limpio brazo.
 

Fusil sin mancha;
espada limpia, blanca;
no ejerce la venganza ni el agravio.
 

Rompe el cantil,
sepulta su veneno
y para el ciego,
para el que ignoraba,
ella es perdón y vida:
ella es el alba
de un día sin rencor,
día de hermanos.
 

De todos lados de
la tierra vengan
con vino y con canción
de todos lados,
y nosotros les demos aborigen
embriaguez de marimbas,
por regalo.
 

Manos tendidas traigan, se lleven
manos tendidas el avión y el barco.
 

Puerta es el puerto de la patria,
puerta que a ninguna
bandera está cerrada.
 

Esta es la patria,
esta es la que no existe,
la que vive en
mi sueño desvelado.
 

La que atisbo y asedio
en mis insomnios
como un puma por
hambres asediado.
 

Esta es la patria,
esta es la que me mata.
 

La que vida me da con
estos cantos.
 

¡Que no sé si son cantos
o son lloros,
porque tanto la espero
y tarda tanto! 

Jalapa, Guatemala, 8 de septiembre de 1928.

En el presente vive en el hogar de ancianos de San Vicente de Paul. 

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