Para que el funcionamiento del hombre en la sociedad sea
equilibrado, tiene que regirse por un conjunto de normas y procedimientos que
determinan la higiene mental.
Según la Licda.
Marina R. de Vadez, higiene mental es la capacidad de adquirir y mantener un
estado adecuado de salud mental, por medio de ciertas medidas que ayudan a la
eficiencia y armonía de las funciones del hombre; y que toma parte, además, en
todas las áreas de las relaciones humanas.
La función de la
higiene mental es crear ciertas condiciones para que la salud mental no se vea
perturbada, y además ayuda a la persona a integrarse eficientemente a su medio.
La aplicación de la higiene mental aparece con la necesidad de contrarrestar el
incremento de casos de enfermos mentales que se estaban dando.
Philipe Pinel, en 1793 (París), dio un nuevo tratamiento a
los enfermos mentales, ya que a éstos se les trataba muy mal antes de que Pinel
abriera un paso a la evolución de tratamientos terapéuticos con su práctica de
la “bondad” a los pacientes.
El estudio de la higiene mental se da principalmente en los
niños y adolescentes, ya que la influencia que reciban en estas etapas,
determinará grandemente su vida adulta.
En la relación padres-hijos, tiene que haber un gran
equilibrio y ajuste emocional, tanto del adolescente, como del niño y el
adulto. Y para que esta relación sea positiva tienen que existir: la capacidad
de comunicarse; flexibilidad de criterio; interés verdadero y recíproco en los
problemas que existan; amor y comprensión.
El adolescente necesita que se le imponga autoridad,
disciplina, y el conocimiento de las reglas que deben cumplirse; lo que le da
un sentimiento de seguridad y ayuda a su autodisciplina, además que se sentirá
dueño de sus actos. Los valores y principios que existen en la familia,
influirán positivamente en la adaptación social del adolescente.
La higiene mental debe darse desde el momento del nacimiento
y practicarse muy cuidadosamente a lo largo de la vida en que necesita
dirección toda persona, para poder convertirse en un individuo estable, que por
haber recibido una motivación positiva y afectiva, también va a ser capaz de
darla.
Es, entonces, la que nos va a hacer sentir que vivimos
felices o infelices según nuestro juicio interior; ya que no es la realidad
exterior la que cuenta, ni cómo vivimos, sino cómo sentimos que vivimos para
vivir bien o mal.
Año 1,993. Tema de examen final para la graduación.
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