Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

18 mayo, 2017

444. Reflexión, Herman Hesse.

Divino es -y eterno- el Espíritu.
Hacia él, cuya imagen e instrumento somos,
conduce nuestro camino, y es nuestro entrañable anhelo
llegar a ser como él, fulgurar con su luz.

Mas del barro y mortales nacimos
e inerte pesa en nosotros -criaturas- la gravedad.
Aunque amor y cuidados maternales nos brinde natura,
y la tierra nos nutra y sea cuna y tumba,
la paz no nos otorga;
paternal y próvida, deshace
la chispa del Espíritu inmortal
de natura el amoroso encanto:
hace hombre al niño, diluye la inocencia
y nos despierta a la lucha y la conciencia.

Así, entre padre y madre,
así, entre cuerpo y espíritu,
vacila el hijo más frágil de la Creación:
el hombre de alma temerosa, pero capaz de lo más
sublime: un amor más fiel y esperanzado.

Arduo es su camino, la muerte y el pecado lo alimentan,
se extravía con frecuencia en las tinieblas
y más le valdría a veces no haber sido creado.

Eternamente fulge, sin embargo,
sobre él su misión y su destino: la luz, el Espíritu.
Y sentimos que es a él, desamparado,
a quien ama el Eterno especialmente.

Por ello nos es posible amar,
erráticos hermanos, aún en la discordia.

Y ni condenas ni odios,
sino amor resignado
y amorosa paciencia
nos acercan a la meta sagrada.


Hermann Karl Hesse (pronunciado /ˈhɛɐman ˈhɛsə/; CalwWurtembergImperio alemán2 de julio de 1877 – MontagnolaCantón del TesinoSuiza9 de agosto de 1962) fue un escritorpoetanovelista y pintor alemán, naturalizado suizo en mayo de 1924.

Hasta el centenario de su nacimiento, se habían escrito más de 200 tesis doctorales, unos 5000 artículos y 50 libros sobre su vida. Para dicha fecha, era también el europeo más leído en Estados Unidos y Japón, y sus libros traducidos a más de 40 idiomas, sin contar dialectos hindúes.3
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1946, como reconocimiento a su trayectoria literaria.


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