Después de la segunda guerra mundial, un joven piloto decidió hacer una
peligrosa y larga travesía en un pequeño avión de un solo motor.
El reto era grande y requería de mucha energía y concentración. De
pronto, cuando ya llevaba un buen rato de viaje, notó que sus instrumentos se estaban
comportando de una manera extraña y, al investigar, descubrió que llevaba una rata en el
avión que estaba
royendo los cables.
Esto ocasionaba que los instrumentos dieran lecturas incorrectas, lo que
podría ocasionar que el piloto tomara decisiones equivocadas que podrían ser fatales. En
ese instante
recordó algo que le había enseñado su instructor:
“Cuando encuentres ratas en tu vuelo, en vez de gastar tu energía y
ponerte en peligro peleando con ellas, ¡Elévate! ¡Elévate! Lo más que puedas. Las ratas no
resisten la altura.
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