Un matrimonio joven entró en una tienda de juguetes.
Durante un largo rato estuvieron mirando sin decidirse por ninguno. Su hijita
tenía todo tipo de muñecas, casitas, cocinitas…Al verlos tan indecisos, se
acercó una empleada y les preguntó sonriendo:
-¿Puedo ayudarles?
-Mira –le empezó a contar la mujer- tenemos una
niña muy pequeña que, como trabajamos los dos, se la pasa casi todo el día sola
en la casa.
-Es una pequeña que, a pesar de que prácticamente
tiene todos los juguetes que están expuestos aquí, apenas sonríe –continuó el
hombre-. Quisiéramos saber si existe algo, sin importar lo que cueste, que la
haga feliz, que le dé alegría, con lo que pueda jugar largos ratos sin
aburrirse.
-Lo
siento –sonrió la empleada con gentileza-. En esta tienda no vendemos padres.
Ver Antonio
Pérez Esclarín: Parábolas para vivir en plenitud. San Pablo, Caracas,
1998, pág. 49.
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