Una vez iba un hombre en su auto por una
larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su auto comenzó a detenerse
hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo
que tenía.
Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto que tenía su auto pues hacía
muchos años que lo conducía; sin embargo, después de mucho rato se dio cuenta
de que no encontraba la falla del motor.
En ese momento apareció otro auto, del cual
bajó un señor a ofrecerle ayuda. El dueño del primer auto dijo: Mira este es mi
auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú sin
ser el dueño puedas o sepas hacer algo.
El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer
hombre dijo:
Está bien, haz el intento, pero no creo que puedas, pues este es mi auto.
El segundo hombre echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar.
El primer hombre quedó atónito y preguntó:
¿Cómo pudiste arreglar el fallo si es mi auto?
El segundo hombre contestó:
Verás, mi nombre es Felix Wankel... Yo inventé el motor rotativo que usa tu auto.
Cuántas veces decimos:
¡Esta es mi vida; este
es mi destino, esta es mi casa... Déjenme a mí, sólo yo puedo resolver el
problema! Al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que
nadie nos podrá ayudar pues "esta es mi vida".
Pero... Te voy a hacer unas preguntas:
¿Quién hizo la vida?
¿Quién hizo el tiempo?
¿Quién creó la familia?
Sólo aquel que es el
autor de la vida y el amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la
carretera de la vida.
Te doy sus datos por si alguna vez necesitas un buen "mecánico":
Nombre del mecánico del alma: Dios.
Dirección: El Cielo.
Horario: 24 horas al día, 365 días al año por toda la eternidad.
Garantía: Por todos los siglos.
Respaldo: Eterno.
Teléfono: No tiene. Pero basta con que pienses en Él con fe, además de que esta
línea no está nunca ocupada.
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