Rhododendron

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Tsutsuji

13 julio, 2021

894. Capítulo 10. La eterna tragedia. Humberto Porta Mencos, guatemalteco.

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La lucha no es aquí solo

arrolladora y fatal,

en todo el orbe es igual

la rapiña, el fraude, el dolo;

y de un polo al otro polo

y del cenit al nadir,

lucha tendrá que existir

en la escala de los seres,

y de ello no te exasperes,

que es su modo de vivir.

 

Si tomamos de un pantano

para ser analizadas

gotas de agua, son miríadas

de bacterias, que no en vano

en su diminuto océano

las veremos pulular,

ellas, para prolongar

su vida y reproducirse,

allí tienen que batirse

y a otras aniquilar.

 

Las hacendosas hormigas

para poder subsistir

han menester recurrir

a los granos y las migas;

mas tienen, como enemigas

otras hormigas guerreras,

temerarias, carniceras,

de este modo, cuando pasan,

saquean, matan y arrasan

grandes colonias enteras.

 

Las abejas labradoras

de su colmena, la miel

liban del fresco vergel

con afán por largas horas;

mas otras merodeadoras

llegan de sitio distante,

con el prurito incitante

del rubio néctar robar,

y en ella queriendo entrar

arman disputa al instante.

 

En la selva que aparente-

mente se mira calmada,

en el llano y la cañada

habrá lucha permanente.

Ahí cazan la serpiente,

la pantera y el jaguar,

y el cóndor llega a cazar

a la serpiente rastrera;

y al jaguar y a la pantera

y al cóndor verás matar,

por un cazador furtivo

muy difícil de vencer;

que extermina por placer,

porque es de suyo impulsivo.

Ese es el hombre agresivo

que con sus muchos talentos,

con su empeño y sus inventos

ya se atreve a penetrar

el arcano y desafiar

hasta los cuatro elementos.

 

La vida es la eterna lucha

entre los seres que habitan

otros mundos que gravitan

estando a distancia mucha…

Nadie percibe ni escucha

de la región sideral,

aquella lucha eternal

que existe en el macrocosmos;

la que hasta en el microcosmos

es fatalmente mortal.

 

Bernardo atento escuchó

el sabio discurso aquel,

y despidiéndose de él

en su ermita se ocultó.

Cuando el anciano empezó

otra vez a caminar,

el fondo obscuro del mar

se iluminó, en un instante,

por una mancha gigante

de noctíluca militar.

 

Luz de luna parecía

la fosforescente luz,

que del líquido al trasluz

cada vez más refulgía.

Todo como el propio día

por un momento se vió;

mas en ese instante entró

el capitán, reverente,

y hablándole cortésmente,

al anciano despertó.

 

Y con tono reposado

le dijo: -Pasad señor,

de este barco al comedor

cuando os hayáis levantado;

al cocinero he indicado

que os sirva como a ninguno

suculento desayuno,

pues como no habéis comido

y nada hasta ahora bebido

creo que será oportuno.-

 

El cuando se levantó

al comedor se introdujo,

donde el esplendor y el lujo,

sorprendido le dejó;

extasiado se quedó

observando la apariencia

de la fastuosa opulencia

de los que en él se encontraban,

y que alegres platicaban

llenos de vanilocuencia.

 

Iban mujeres hermosas

lujosamente ataviadas,

de mejillas sonrosadas

y miradas ardorosas;

lánguidas y voluptuosas

incitaban a besar,

y sabían ocultar

los morbos que han heredado,

con su estudio refinado

para poder subyugar.

 

Esposas avasallantes

de magantes poderosos,

luciendo juegos valiosos

de esmeraldas y diamantes

y vestidos deslumbrantes;

mas, en las frases vertidas,

contaban sus propias vidas,

y con un gesto altanero,

solo hablaban de dinero

y hacían gala de instruidas.

 

Dandys de elegante porte,

figurines de la moda

que pasan su vida toda

haciendo sólo la corte.

Cosa que hacen por deporte

fingiendo a todas amar;

que no se suelen casar

porque, clandestinamente,

logran de un modo indecente,

a la mujer deshonrar.

 

Audaces estafadores,

diestros en golpes de azar,

que se saben disfrazar

de potentados señores.

Ejercitados actores

en el teatro del gran mundo,

que con su ingenio fecundo

dar con arte verdadero

logran, el golpe certero,

irremediable y rotundo.

 

Al salir del comedor

con el capitán, galante,

se encontró, quien al instante

le fué a mostrar el vapor.

-Aquí- le dijo -, seño,

viaja gente de primera,

la de segunda y tercera

es la que viaja al acaso…

y por su peculio escaso

todo lo acepta y tolera.

 

Gente de harapos vestida

que lucha para vivir,

cuyo destino es sufrir

y pasar inadvertida:

Deleznable y abatida;

pero que tiene ambición,

que vive de la ilusión,

y sueña como soñamos…

¡Y anhela como anhelamos

una mejor posición!

 

Obreros, trabajadores,

que en pos de mayor salario,

buscando el sustento diario

van a comarcas mejores.

Que huyen de los opresores

que los hacen trabajar

día y noche, sin pagar

ni los sueldos devengados,

y que se ven obligados

de sus patrias a emigrar.

 

Meretrices claudicantes,

lascivas, avejentadas,

con ardorosas miradas

y de cuerpos excitantes;

necesitando de amantes

lejos los van a buscar,

porque vienen de un lugar

de perennes bacanales

en que por sus vicios tales

las repudia el lupanar.

 

Prosiguió después: -Aquí

va el hijo de un millonario,

el cual viaja solitario

por estar fuera de sí.

Y como se encuentra así,

el padre me ha suplicado

que le mantenga encerrado

porque habla muchos dislates,

y en una casa de orates

tiene que ser entregado. 







 (Chiquimula, 14 de julio de 1901 – Ciudad de Guatemala, 16 de marzo de 1968) fue un poeta, periodista y escritor guatemalteco.


Cuarto poeta laureado de América.

 

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