La lucha no es aquí solo
arrolladora y fatal,
en todo el orbe es igual
la rapiña, el fraude, el dolo;
y de un polo al otro polo
y del cenit al nadir,
lucha tendrá que existir
en la escala de los seres,
y de ello no te exasperes,
que es su modo de vivir.
Si tomamos de un pantano
para ser analizadas
gotas de agua, son miríadas
de bacterias, que no en vano
en su diminuto océano
las veremos pulular,
ellas, para prolongar
su vida y reproducirse,
allí tienen que batirse
y a otras aniquilar.
Las hacendosas hormigas
para poder subsistir
han menester recurrir
a los granos y las migas;
mas tienen, como enemigas
otras hormigas guerreras,
temerarias, carniceras,
de este modo, cuando pasan,
saquean, matan y arrasan
grandes colonias enteras.
Las abejas labradoras
de su colmena, la miel
liban del fresco vergel
con afán por largas horas;
mas otras merodeadoras
llegan de sitio distante,
con el prurito incitante
del rubio néctar robar,
y en ella queriendo entrar
arman disputa al instante.
En la selva que aparente-
mente se mira calmada,
en el llano y la cañada
habrá lucha permanente.
Ahí cazan la serpiente,
la pantera y el jaguar,
y el cóndor llega a cazar
a la serpiente rastrera;
y al jaguar y a la pantera
y al cóndor verás matar,
por un cazador furtivo
muy difícil de vencer;
que extermina por placer,
porque es de suyo impulsivo.
Ese es el hombre agresivo
que con sus muchos talentos,
con su empeño y sus inventos
ya se atreve a penetrar
el arcano y desafiar
hasta los cuatro elementos.
La vida es la eterna lucha
entre los seres que habitan
otros mundos que gravitan
estando a distancia mucha…
Nadie percibe ni escucha
de la región sideral,
aquella lucha eternal
que existe en el macrocosmos;
la que hasta en el microcosmos
es fatalmente mortal.
Bernardo atento escuchó
el sabio discurso aquel,
y despidiéndose de él
en su ermita se ocultó.
Cuando el anciano empezó
otra vez a caminar,
el fondo obscuro del mar
se iluminó, en un instante,
por una mancha gigante
de noctíluca militar.
Luz de luna parecía
la fosforescente luz,
que del líquido al trasluz
cada vez más refulgía.
Todo como el propio día
por un momento se vió;
mas en ese instante entró
el capitán, reverente,
y hablándole cortésmente,
al anciano despertó.
Y con tono reposado
le dijo: -Pasad señor,
de este barco al comedor
cuando os hayáis levantado;
al cocinero he indicado
que os sirva como a ninguno
suculento desayuno,
pues como no habéis comido
y nada hasta ahora bebido
creo que será oportuno.-
El cuando se levantó
al comedor se introdujo,
donde el esplendor y el lujo,
sorprendido le dejó;
extasiado se quedó
observando la apariencia
de la fastuosa opulencia
de los que en él se encontraban,
y que alegres platicaban
llenos de vanilocuencia.
Iban mujeres hermosas
lujosamente ataviadas,
de mejillas sonrosadas
y miradas ardorosas;
lánguidas y voluptuosas
incitaban a besar,
y sabían ocultar
los morbos que han heredado,
con su estudio refinado
para poder subyugar.
Esposas avasallantes
de magantes poderosos,
luciendo juegos valiosos
de esmeraldas y diamantes
y vestidos deslumbrantes;
mas, en las frases vertidas,
contaban sus propias vidas,
y con un gesto altanero,
solo hablaban de dinero
y hacían gala de instruidas.
Dandys de elegante porte,
figurines de la moda
que pasan su vida toda
haciendo sólo la corte.
Cosa que hacen por deporte
fingiendo a todas amar;
que no se suelen casar
porque, clandestinamente,
logran de un modo indecente,
a la mujer deshonrar.
Audaces estafadores,
diestros en golpes de azar,
que se saben disfrazar
de potentados señores.
Ejercitados actores
en el teatro del gran mundo,
que con su ingenio fecundo
dar con arte verdadero
logran, el golpe certero,
irremediable y rotundo.
Al salir del comedor
con el capitán, galante,
se encontró, quien al instante
le fué a mostrar el vapor.
-Aquí- le dijo -, seño,
viaja gente de primera,
la de segunda y tercera
es la que viaja al acaso…
y por su peculio escaso
todo lo acepta y tolera.
Gente de harapos vestida
que lucha para vivir,
cuyo destino es sufrir
y pasar inadvertida:
Deleznable y abatida;
pero que tiene ambición,
que vive de la ilusión,
y sueña como soñamos…
¡Y anhela como anhelamos
una mejor posición!
Obreros, trabajadores,
que en pos de mayor salario,
buscando el sustento diario
van a comarcas mejores.
Que huyen de los opresores
que los hacen trabajar
día y noche, sin pagar
ni los sueldos devengados,
y que se ven obligados
de sus patrias a emigrar.
Meretrices claudicantes,
lascivas, avejentadas,
con ardorosas miradas
y de cuerpos excitantes;
necesitando de amantes
lejos los van a buscar,
porque vienen de un lugar
de perennes bacanales
en que por sus vicios tales
las repudia el lupanar.
Prosiguió después: -Aquí
va el hijo de un millonario,
el cual viaja solitario
por estar fuera de sí.
Y como se encuentra así,
el padre me ha suplicado
que le mantenga encerrado
porque habla muchos dislates,
y en una casa de orates
tiene que ser entregado.
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