¡Oh Dios! Envíanos
locos,
de los que se
comprometen a fondo,
de los que se olvidan
de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con
palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y
hasta el fin.
Danos locos,
chiflados,
apasionados,
hombres capaces
de dar el salto hacia
la inseguridad,
hacia la incertidumbre
sorprendente de la
pobreza;
danos locos,
que acepten diluirse
en la masa
sin pretensiones de
erigirse un escabel,
que no utilicen
su superioridad en su
provecho.
Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una
forma de vida sencilla,
liberadores eficientes
del proletariado,
amantes de la paz,
puros de conciencia,
resueltos a nunca
traicionar,
capaces de aceptar
cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.
Danos locos, Señor,
danos locos.
L.J. Lebret. “Gritos y
plegarias”, p. 310
Louis-Joseph Lebret, O.P. (Le Minihic-sur-Rance, Bretaña, Francia}, 1897–París, 1966), conocido como Padre Lebret, fue un economistay religioso católico francés.
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