El ermitaño, en oración oyó claramente la voz
de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro
especial con Él. La cita era para el atardecer del
día siguiente, en la cima de una montaña lejana.
de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro
especial con Él. La cita era para el atardecer del
día siguiente, en la cima de una montaña lejana.
Temprano se puso de camino; necesitaba toda
la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante
todo, quería llegar puntual a la importante entrevista.
la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante
todo, quería llegar puntual a la importante entrevista.
Atravesando un valle, se encontró a varios campesinos
ocupados en intentar controlar y apagar
un incendio declarado en el bosque cercano,
que amenazaba las cosechas y hasta las propias
casas de los habitantes. Reclamaron su
ayuda porque todos los brazos eran pocos.
ocupados en intentar controlar y apagar
un incendio declarado en el bosque cercano,
que amenazaba las cosechas y hasta las propias
casas de los habitantes. Reclamaron su
ayuda porque todos los brazos eran pocos.
Sintió la angustia de la situación y el no poder
detenerse a ayudarles. No debía llegar tarde a
la cita y, menos aún, faltar a ella. Así que con
una oración que el Señor les socorriera, apresuró
el paso, ya que había que dar un rodeo a
causa del fuego.
detenerse a ayudarles. No debía llegar tarde a
la cita y, menos aún, faltar a ella. Así que con
una oración que el Señor les socorriera, apresuró
el paso, ya que había que dar un rodeo a
causa del fuego.
Tras ardua ascensión, llegó a la cima de la montaña,
jadeante por la fatiga y la emoción. El sol
comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo
que dio gracias al cielo en su corazón.
jadeante por la fatiga y la emoción. El sol
comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo
que dio gracias al cielo en su corazón.
Anhelante esperó, mirando en todas las direcciones.
El Señor no aparecía por ninguna parte.
Por fin descubrió, visible sobre una roca, algo
escrito. Leyó: “Dispénsame, estoy ocupado
ayudando a los que sofocan el incendio”.
El Señor no aparecía por ninguna parte.
Por fin descubrió, visible sobre una roca, algo
escrito. Leyó: “Dispénsame, estoy ocupado
ayudando a los que sofocan el incendio”.
Entonces comprendió dónde debía encontrarse
con Dios.
con Dios.
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