Sólo para mí, solitario,
brillan las infinitas estrellas nocturnas,
murmuran los empedrados pozos su mágica canción,
sólo para mí, para mí tan sólo, para el
solitario,
deambulan las cromadas sombras
al igual que las errantes y soñadoras nubes sobre
el horizonte.
Ni un hogar ni el campo arado,
ni el bosque ni la caza ni profesión me fueron
dados,
mío es tan sólo lo que a nadie pertenece,
mío es el violento arroyo tras el bosque velado,
mío el mar turbador,
mío el canto de pájaro de los niños que juegan,
las lágrimas y el sufrimiento de
un enamorado solitario al atardecer.
Míos son también los templos de los dioses, mío
es
el venerable pasado de los pequeños bosques.
Y no menos es el futuro
mi patria, la luminosa bóveda celeste:
a veces en nostálgico y alto vuelo mi alma
se eleva
para contemplar el sagrado futuro de la
humanidad,
para ver el amor, superador de la ley, el mutuo
amor que se profesan los pueblos.
Me reencuentro con todos, tocados por la nobleza:
el campesino, el rey, el mercader, el incansable
gremio marinero,
el pastor y el jardinero, todos ellos
agradecidos celebran la fiesta universal del
futuro.
Al margen queda el poeta,
él, espectador solitario,
él, portador de los anhelos de la humanidad y
pálida imagen;
el futuro, ese mundo ya colmado,
no necesita nada más.
Sobre su tumba se marchitan las coronas de
flores,
y olvidado queda su recuerdo.
Hermann Karl Hesse (pronunciado /ˈhɛɐman ˈhɛsə/; Calw, Wurtemberg, Imperio alemán, 2 de julio de 1877 – Montagnola, Cantón del Tesino, Suiza, 9 de agosto de 1962) fue un escritor, poeta, novelista y pintor alemán, naturalizado suizo en mayo de 1924.
Hasta el centenario de su nacimiento, se habían escrito más de 200 tesis doctorales, unos 5000 artículos y 50 libros sobre su vida. Para dicha fecha, era también el europeo más leído en Estados Unidos y Japón, y sus libros traducidos a más de 40 idiomas, sin contar dialectos hindúes.3
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