¿Te
acuerdas del día en el que te pedí prestado el coche nuevo y lo dejé hecho un
acordeón?
Pensé que me matarías, pero no me dijiste una palabra.
¿Te acuerdas
del día en que te hice ir casi a rastras conmigo hasta la playa y tú decías que
iba a llover y llovió?
Pensé que ibas a decir: “¡Te lo había dicho!”, pero no
lo dijiste.
¿Recuerdas aquella vez en
que yo coqueteaba con todos para darte celos, y tú te pusiste celoso?
Creí que
ibas a dejarme, pero no lo hiciste.
¿Te acuerdas cuando se me cayó la tarta de
fresas sobre la tapicería nueva de tu coche?
Temí que ibas a gritarme:
“¡Idiota! ¡Inútil!”, pero no lo hiciste.
Sí, hay tantas cosas que no hiciste.
Pero tenías paciencia conmigo, y me querías y estabas siempre de mi parte.
Había tantas cosas de las que quería pedirte perdón cuando volvieras de
Vietnam. Pero tú no volviste.
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