Como buen filósofo que era, Sócrates creía que
la persona sabia viviría instintivamente de manera
frugal. Él mismo ni siquiera llevaba zapatos;
sin embargo, una y otra vez cedía al hechizo
de la plaza del mercado y solía acudir allí a
ver las mercancías que se exhibían.
Cuando un amigo le preguntó la razón, Sócrates
le dijo: “Me encanta ir allí y descubrir sin cuántas
cosas soy perfectamente feliz”.
La espiritualidad no consiste en saber lo que
quieres, sino en comprender lo que no necesitas.
Anthony de Mello.
“La oración de la rana (2º tomo)”, p. 85
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