En la Universidad de
Stanfford, se llevó a cabo un experimento conocido con el nombre de “Test de
las Golosinas”.
El experimento consistía en situar, uno por uno, a niños de 4
años en una habitación en la que se les dejaba frente a una golosina encima de
la mesa.
Al poco, un monitor les decía:
-Ahora debo marcharme y regresaré
dentro de 20 minutos. Si lo deseas, puedes tomarte la golosina, pero si esperas
a que vuelva, te daré dos de ellas-. Gran dilema.
Cuando catorce años después
estos niños se vieron sometidos a un estudio comparativo, aquellos que habían
comido inmediatamente el manjar y los que habían esperado, se observó que los que
no habían sido capaces de esperar, eran más proclives al estrés, tendían a
irritarse y pelearse con más frecuencia y eran menos aptos para resistirse a
las tentaciones en aras de la consecución de un determinado objetivo.
¿Capacidad de aplazar la gratificación inmediata?
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