Todos somos arquitectos del destino,
trabajando en las paredes del Tiempo;
algunos con hechos grandes, masivos,
otros con adornos de versos.
Nada es inútil, ni bajo;
es mejor si cada cosa está en su puesto;
y lo que parece sólo un espectáculo vano
fortalece y apoya al resto.
Para la estructura que hacemos,
el tiempo es el material de relleno;
el día a día y ayeres nuestros
son los bloques de concreto.
De manera honesta da forma y moldea éstos;
no dejes bostezos o brechas entre ellos;
no pienses que porque nadie está viendo,
estas cosas quedarán en secreto.
En los viejos tiempos del Arte,
los constructores forjaron con sumo cuidado
cada diminuta e invisible parte;
para que los dioses vean en todos lados.
Hagamos también el trabajo que nos toque,
tanto lo invisible, como lo visible;
hagamos la casa, donde los dioses moren,
hermosa, completa, y que brille.
No obstante nuestras vidas son incompletas,
junto a estas paredes del Tiempo,
escaleras rotas, donde tropiezan
los pies por escalar en el intento.
Construir el hoy, entonces, fuerte y seguro,
con una base firme y amplia;
ascender y asegurar lo suyo
donde encuentre su lugar el mañana.
Sólo así alcanzar podremos
aquellos torreones, donde el ojo mire
al mundo como una llano inmenso,
y alcanzar el cielo sin límites.
(Traducción: Tsutsuji Rizu)*
*He estado buscando la traducción al español de este poema, y al no encontrarlo, pues, he aquí, mi colaboración personal, tratando de dar lo mejor.
La traducción de la poesía requiere una nueva re-escritura.