Rhododendron

Rhododendron
Tsutsuji

27 marzo, 2024

1072. El circo.

 Al empezar el día todo debía prepararse minuciosamente para quienes llegaban a presenciar el espectáculo.

Unos iban por su propio gusto, otros por curiosidad y otros por regresar con algo para contar.

Y entonces aparecía ella, "La estrella". Todos la querían conocer, conocer todo de ella, lo que era, lo hace, lo que piensa.

¡Vaya qué tarea! Ir a perder el tiempo y esperar a que aparezca.

Para acercarse a su costado o por enfrente, vestirse para ella, demostrarle su presencia dispuesta a la pelea. 

Su luz era inmensa. Tanto que para algunos resultaba molesta y empezaron a murmurar que era maligna, que Segaba la vista a los niños, que la tenían que apagar.

Los guardias de la ciudad empezaron a frecuentar el circo, querían encontrar en La estrella ese destello dañino del que todos hablaban. A veces iban con su traje de armadura a plantarse a las afueras, otras, iban disfrazados para poder perseguir todos sus movimientos sin que se diera cuenta, pero La estrella sabía quiénes eran. 

Había una obsesión de ver lo que alguien más dijo en cada paso, movimiento, gesto, saludo, palabra y no digamos su sonrisa, eso era explosivo. Todo parecía ser una evidencia más no una confesión. En ningún momento realmente, significaba nada. 

El público era implacable, la ira los corroía y llegaban a ver a La estrella tan sólo para enardecerse aún más. Es posible que nunca antes se hayan confabulado tantas personas sin conocerse para atacar  a un ser tan inexplicable como esa Estrella. Unos con violencia, otros con propuestas para manchar su luz, y otros convencidos del espectáculo que esperaban ver se venían con tan falsa intención que más bien parecían unas víboras listas para morder. Se cruzaban en su camino los que fueron amigos, conocidos, compañeros, amores, parientes; los que antes fueron enemigos hoy querían su amistad. 

Todo parecía una historia de terror. Se uniformaban para dar a entender algo, quién sabe qué, pero nadie decía nada, probablemente todos conservanan la expectativa de que resultara ser verdad y descubrirla. 

Si la veían en algún lugar cruzando palabras con una persona "x", a la siguiente ocasión era por demás obvio que se le acercó alguien a la persona "x" para informarle del poder de la luz de La estrella, y quedara contaminada de odio ajeno. La querían sin amigos, sin nadie que la apoyara, sin quien ni siquiera le dieran el saludo, buscaban cada vez más adeptos para la misión de acabar con su destello cautivante. 

El fin de cada día era este, una oración para que no resultaran lastimadas personas inocentes que este público en su sed de injustificada venganza o "justicia" o quién sabe cómo se podría llamar a esa actitud, planeaban y se congregaban con tal de apagar la luz de La estrella.

La estrella aún sigue en pie. Y eso es lo que les molesta.

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