Rhododendron

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Tsutsuji

26 abril, 2021

817. El gran estafado. Otto René Castillo, guatemalteco.

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Uno se pierde,
a veces,
en el fondo
de una mujer
y no vuelve
a encontrarse
jamás.


Uno se marcha
luego por el mundo
incompleto de sí,
completo silo
de su silencio.


A veces,
en un bar,
tomando coñac
y oyendo
tristes blues,
se acerca alguien
que nos recuerda
a la mujer
donde nos hemos
perdido.


Y su compañía
nos deja más solos
que nunca.
Uno se bebe
su coñac
y se va luego.


Sin que nadie
lo entienda,
porque se marcha
sonriendo.
Si al menos
estuviera triste.
Si sufriera
al menos,
se murmura.


Uno se sale
por la puerta de fondo,
porque se considera
el gran estafado,
cuando en realidad
sólo se ha perdido
en el fondo complejo
de una mujer,
que ni siquiera
se ha ido,
sino que solo
nos ha dejado marchar.


En realidad,
no nos ha entendido.
Nos gusta que nos digan,
como a los niños solitarios:
"No te vayas. Quédate aún.
Es todavía tan temprano.


Eso hace tan importantes
nuestros besos,
que uno cae víctima
de su propia importancia.
Uno es así cuando está solo.
Copado de si hasta los bordes.


Uno necesita que alguien
de verdad lo necesite.
Y como nadie lo llama,
para que uno no se vaya,
entonces uno se pierde,
en el fondo de una mujer,
que luego también se marcha,
creyendo que nos hemos aburrido
de besar sus labios y mirar su alma.


Es todo tan complejo
que, a veces, pienso
con envidia
en los enamorados sencillos,
que unidos por las manos
y los labios,
no conocen aún
la soledad del cuerpo.


Uno se pierde,
a veces,
en el fondo
de una mujer,
que luego se va,
y cuando uno se ha ido.


Y ya no nos volvemos
a encontrar.
Porque uno se queda
solo consigo,
para siempre,
creyéndose
el gran estafado,
que debe beber coñac
y estar muy triste,
para cumplir
su ronca tarea
de vivir.

 


Otto René Castillo (Quezaltenango25 de abril de 1936– 23 de marzo de 1967) fue un poeta, activista y combatiente guerrillero guatemalteco.


Obtuvo varios premios: 
 Al Torneo Estudiantil Centroamericano de poesía en 1955, con su poema "Llama viva", (un canto a San Salvador que le acogía en su destierro) se le unió al año siguiente el mismo premio con un trabajo conjunto con Roque Dalton, por el poema "Dos puños por la tierra". 

En Guatemala fue galardonado con el Premio Autonomía de la Universidad en 1956 por su poema
"Pequeño canto a la patria".


En 1957, la Federación Mundial de Juventudes Democráticas le otorga en Hungría el Premio Internacional de Poesía por su poema "Distante de tu rostro". 

En 1958 ganó premio "Filadelfo Salazar", de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

 

 

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