Me hinqué a orar, no
por mucho tiempo,
tenía muchas cosas que hacer,
eso no es para
mí, no puedo perder el tiempo.
Me tengo que apurar, pues muchas cosas hay
que terminar,
y mientras decía una oración apurada, salí
corriendo.
Mi deber cristiano estaba hecho, mi alma
tranquila podría estar,
pues el domingo había ido al servicio ya.
Durante el día no tuve tiempo de decir una
palabra de alegría,
no tuve tiempo de hablar de Cristo a mi
amigo, pues temía que se riera de mí.
Demasiadas cosas que hacer esa era mi
exclamación constante,
no tengo tiempo... no tengo tiempo...
No
tengo tiempo de formarme.
No tengo tiempo para darme a los demás.
Y sin darme cuenta se me acabó el tiempo...
Me llegó la hora de morir... Y cuando ante el Señor me presenté,
de pie estaba, en su mano un libro él
tenía...
era el Libro de la vida.
Miró con tristeza en él y me dijo:
"Tu nombre no pude encontrar, alguna
vez lo iba a escribir,
pero nunca tuve tiempo".
https://www.pinterest.es/pin/407575835023320575/
No hay comentarios:
Publicar un comentario