Piensa en los cientos de ojos con los que has cruzado esa mirada, ya sabes cuál, sin llegar a ninguna parte. Y piensa en todas esas personas que has conocido a lo largo de tu vida. Ahora dime: ¿Con cuántas has conectado de verdad? ¿Con cuántas extendiste tus alas o te despojaste de tus máscaras?
¿Ves? Es una anomalía, una rareza. No es tan frecuente como la gente piensa. Cada vez que sucede, el universo se queja. «¡Otro fallo!», refunfuña el viejo cascarrabias.
Selam Wearing (Huelva, 1991) siente debilidad por los placeres sencillos y
tiene especial afinidad con las relaciones complicadas. Fiel devoto de las
buenas personas. Adepto de los gatos y fan de la cerveza. Desastre en
general. Comenzó escribiendo para dar respuesta a sus propias inquietudes
pero pronto descubrió que, en realidad, todos tenemos las mismas.
Graduado
en Ingeniería Forestal y del Medio Natural por la Universidad de
Huelva, ha publicado los libros Tú y yo nunca fuimos nosotros (Aguilar,
2017) y El observador (Valparaíso, 2020).
Un día, los intelectuales apolíticos de mi país serán interrogados por el hombre sencillo de nuestro pueblo. Se les preguntará sobre lo que hicieron cuando la patria se apagaba lentamente, como una hoguera dulce, pequeña y sola. No serán interrogados sobre sus trajes, ni sobre sus largas siestas después de la merienda, tampoco sobre sus estériles combates con la nada, ni sobre su ontológica manera de llegar a las monedas. No se les interrogará sobre la mitología griega, ni sobre el asco que sintieron de sí, cuando alguien, en su fondo, se disponía a morir cobardemente. Nada se les preguntará sobre sus justificaciones absurdas, crecidas a la sombra
de una mentira rotunda. Ese día vendrán los hombres sencillos. Los que nunca cupieron en los libros y versos de los intelectuales apolíticos, pero que llegaban todos los días a dejarles la leche y el pan, los huevos y las tortillas, los que les cosían la ropa, los que le manejaban los carros, les cuidaban sus perros y jardines, y trabajaban para ellos, y preguntarán, «¿Qué hicisteis cuando los pobres sufrían, y se quemaba en ellos, gravemente, la ternura y la vida?» Intelectuales apolíticos de mi dulce país, no podréis responder nada. Os devorará un buitre de silencio las entrañas. Os roerá el alma vuestra propia miseria. Y callaréis, avergonzados de vosotros.
Obtuvo varios premios: Al
Torneo Estudiantil Centroamericano de poesía en 1955, con su poema
"Llama viva", (un canto a San Salvador que le acogía en su destierro) se
le unió al año siguiente el mismo premio con un trabajo conjunto con
Roque Dalton, por el poema "Dos puños por la tierra".
En Guatemala fue galardonado con el Premio Autonomía de la Universidad en 1956 por su poema "Pequeño canto a la patria".
En
1957, la Federación Mundial de Juventudes Democráticas le otorga en
Hungría el Premio Internacional de Poesía por su poema "Distante de tu
rostro".
En 1958 ganó premio "Filadelfo Salazar", de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
de esos que se arman y desarman, que se dejan libres para después volver a su sitio, de esos que no saben volar en otro cielo, aunque el suyo se vuelva oscuro, de esos que no buscan hacer de él un paraíso, sino de hacer que en un abrazo todo se sienta bonito, aunque todo esté en su contra.
"Cielo para tus alas"
Nació en la ciudad de Guatemala el 3 de octubre de 1993.